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domingo, 11 de julio de 2010

¿Quién Soy?, libro prologado por el doctor Diógenes Cedeño Cenci




¿QUIÉN SOY?

Prólogo

¿Quién soy?, de la profesora Nimia Herrera G., constituye un trabajo que consta de varios ensayos que tienen como finalidad resaltar algunas características del hombre panameño, que si bien es cierto que son conocidos, la trascendencia del papel que juegan estas maneras de activar en la conformación de nuestra identidad nacional, parecieran pasar inadvertidas en la polémica que se da entre nosotros: ¿existe o no una identidad nacional entre los panameños?

El Dr. Diógenes Cedeño Cenci, en el Primer Congreso Nacional de Política Cultural, 1983, sostiene que el desarrollo de la cultura panameña ha estado condicionado al quehacer de las costumbres y vivencias socio-económicas de los grupos étnicos que conviven en nuestro país. Que ello es lo que ha originado la incertidumbre, ¿podemos los panameños hablar sobre la existencia de una verdadera identidad nacional entre nosotros? La pregunta es controversial porque algunos niegan la existencia de la misma basados en la pluralidad étnica de nuestro pueblo. Para otros, en nuestro país se afirma cada vez más una cultura panameña con su carácter social dominante, su diversidad y complejidad, condicionada por la composición múltiple de origen étnico de nuestra sociedad, cultura que se ha nutrido de lo mejor del pasado y de la cultura internacional. Fruto de este proceso de formación cultural es el hombre panameño; no obstante, debemos tomar en cuenta que tenemos un país en donde lo étnico y lo cultural no constituyen un elemento de cohesión debido a la enorme mezcla racial que se llevó a cabo entre los diversos grupos étnicos que de una u otra forma se establecieron en ella. Porque fue a partir del impacto canalero cuando se afianzó la configuración del Panamá de hoy; un país en el que se mezclan rasgos culturales de toda índole desde los provenientes de nuestros indígenas hasta los recientes grupos asimilados, grupos que surgieron mediante diversos movimientos de inmigración que el país ha recibido desde el siglo pasado y sobre los cuales se superpone nuestra cultura disgregada en sus formas fragmentarias en “mosaicos” chinos, árabes, europeos, hebreos, antillanos, indígenas, etc. en una mezcla que nos conduce a un producto cultural de contenidos positivos y negativos.

Qué factores determinantes, planteamos nosotros deben también tomarse en cuenta para responder a tan importante pregunta sobre, ¿quiénes somos los panameños?; ¿cuáles son los factores que determinan nuestra manera de ser y de actuar tan particular?
Mucho se ha escrito al respecto. Se ha resaltado, con gran acierto, que los países pequeños como el nuestro tienen precisamente en la educación y la cultura los fundamentos básicos formativos de su nacionalidad. Por tal motivo, todo lo que lleve a la investigación de los orígenes de esa cultura y a la dinámica de su crecimiento y desarrollo, debe interesar a todos por igual, pues ello ha de ser el punto de arranque del conocimiento de nuestro sentir, de nuestro propio ser.

La Dra. Susana Richa de Torrijos señala que “es muy cierto que la búsqueda de lo nuestro, la preocupación por el conocimiento de la esencia de nuestro propio ser ha llenado la vida de muchos ilustres panameños; mas, ¿qué es lo que podemos entender por panameñidad? (En Memoria: Primer Congreso Nacional de Política Cultural, INAC, diciembre de 1983).
Nuestra ilustre educadora acota que durante la época de la colonia, aun siendo el Istmo una colonia diferente a las otras, los panameños no nos detuvimos a pensar en nosotros mismos; a reflexionar sobre nuestro propio Yo, sobre nuestra existencia como integrantes de un grupo social; pero venida la independencia, sentimos la necesidad de la búsqueda de lo que éramos y significábamos como entidad particular separada del conjunto de las demás entidades que formaban las colonias. Y al tomar conciencia de nuestra particularidad, el acto de unión a Colombia lo consideremos como una acción espontánea de libre determinación.

El Dr. Justo Arosemena, el más preclaro defensor de nuestra nacionalidad, proclama valientemente la entidad del ser panameño en su monumental obra, El Tratado Federal de Panamá, considerada por Diógenes de la Rosa, como el manifiesto de la nacionalidad panameña. En dicha obra se señala que constituíamos una entidad aparte, históricamente estructurada y formada con absoluta independencia de Colombia, lo cual hacía justas nuestras aspiraciones de gobernarnos por nosotros mismos. Esta conceptuosa afirmación de Don Justo Arosemena, es lo que nos obliga a investigar qué es lo que conforma nuestra identidad. Después de la independencia, la generación de esa época trata de consolidar nuestra nacionalidad y con ello se da un nuevo rumbo a la investigación de lo panameño. A ello responde la razón de ser de estos ensayos que aquí presento, dentro del parámetro trazado por Diógenes de la Rosa quien consideraba que era necesario ir hasta lo más hondo de los estratos de la realidad panameña, en la búsqueda de una conciencia de lo auténtico, tal como lo afirmaba también Diego Domínguez Caballero, al decir que la búsqueda de lo panameño no basta con desear ser, sino saber qué es lo que deseamos ser y pocos pueblos en la tierra como el nuestro presentan esa búsqueda de la autenticidad. Por eso es de urgente necesidad partir del conocimiento de sí mismo, de la propia realidad, para poder elevarse a la auténtica realidad, ya que cuando nos conozcamos a nosotros mismos, por primera vez se estará dando en Panamá una dimensión filosófica al problema del panameño, en donde los valores del espíritu parecen perderse. (Domínguez Caballero citado por Torrijos, INAC, 1983) Éste es el fundamento de estos ensayos. Llamar la atención en el sentido de que el conocimiento de otro aspecto de la realidad panameña, conocida popularmente como el “juega vivo”, nos está afectando el cultivo de los valores éticos de nuestro ser como Nación. Superar esta preocupante realidad, nos ayudará en la conformación de la Patria Nueva que hoy se pregona, y que debiera conducir a la formación de un sentimiento nacional que vincule a los panameños en un elevado ideal de superación cultural.

En estos ensayos la profesora Herrera ha recogido percepciones de diversos autores, en diferentes épocas, quienes pintan al panameño con epítetos algunas veces ofensivos y discriminadores; sin embargo, su objetivo es presentarlos de la manera más descarnada para tomar conciencia de que debemos cambiar, puesto que la realidad de hoy es diferentísima a la de cualquier otra época. Cabe resaltar, además, el valor de la educación y de la sociedad en su conjunto para lograr estas transformaciones, las cuales deben ser profundas; pero, qué mejor manera que buscar en la historia socio cultural los antecedentes de nuestros males o defectos e ir al encuentro del antídoto correcto para que, al final, expresemos nuestro privilegio de haber nacido panameños, tal como lo señala la autora.

Diógenes Cedeño Cenci

Este es solo uno de los capítulos del libro. Próximamente, será puesto en la red, en mi página web.

¿QUIÉN SOY?

• Soy indígena, vivía feliz con mi familia en nuestra bella comunidad. Llegaron los invasores y comenzaron los ultrajes. Fuimos vejados, arruinados, saqueados, asesinados. Desde ese momento hasta hoy, no hemos podido florecer ni como raza ni como grupo. Dejamos nuestra braveza y nos convertimos en seres melancólicos, con una mirada lánguida, triste, esclavos, seres inferiores.
Para nosotros, la pureza de la raza es importante debido a que de esa manera podemos conservar nuestra identidad, nuestra cultura y nuestra idiosincrasia. Pudimos lograrlo porque un grupo de aborígenes se internó en lo más profundo de las montañas y hasta allá no se atrevieron a llegar los invasores; sin embargo, los que fueron capturados y tratados como esclavos, se mezclaron con los conquistadores y esto trajo como consecuencia la raza mestiza.
Quinientos años después mantenemos vivas nuestra tradición, a pesar de que se nos tilda como primitivos. Procuramos aprender lo nuevo, pero cultivando lo nuestro. Ningún hombre moderno puede comprendernos, pero somos así y así deseamos continuar.
Nos impusieron su dieta alimentaria, nos impusieron su Dios, su credo a punta de espada; nos impusieron el vestuario; nos privaron de todo, de lo más importante: la vida.
• Soy español. Vine a América buscando las Indias orientales. Llegué por primera vez con el Almirante Cristóbal Colón. La mayoría de mis compañeros enloquecimos al ver tanto oro. Así que comenzamos a tomar todo el preciado metal que poseían los naturales. Comenzamos a exterminarlos de la manera más cruel y vil. Fue un genocidio inhumano, pero sólo pensábamos en enriquecernos y largarnos. No queríamos vivir aquí, pues el clima era de lo peor.
Violábamos a las indígenas. Las preferíamos vírgenes. Las embarazábamos y las dejábamos a su suerte. Sólo nos interesaba saquearlos y exterminarlos. Muchísimos fenecimos aquí, otros se fueron al Perú u otras regiones. Los que decidieron quedarse aquí se dedicaron al comercio o a la ganadería, y se mezclaron con las indias y con las negras.
Estuve aquí, aprovechándome de todo lo que podía hasta el 28 de noviembre de 1821 cuando tuve que salir, pues Panamá declaró su independencia.
• Soy negro, esclavo, fui sacado de mi hábitat y traído a esta tierra a realizar trabajos pesados. Fui ultrajado, violaron todos mis derechos, fui tratado con hostilidad. Me escapé y me fui a vivir a las montañas. Me convertí en espía, asaltante, contrabandista, ladrón para poder sobrevivir. A mí me tenían más temor que a los indígenas. Me dieron sitios para vivir y construir nuestras colonias con el compromiso de que los dejáramos en paz. Robaba todo lo que podía. Desde aquella época me consideraron una chusma, un ser inferior. Hoy, las cosas no han variado mucho. Se estigmatiza lo negro y lo blanco. Lo blanco es lo bueno, la pureza, lo hermoso, la vida; lo negro, la muerte, lo feo, el ladrón, el contrabandista, la tristeza.
Para los españoles fui sinónimo de fuerza bruta y de inferioridad. Hoy, continuamos causando temor. Nuestro color da temor y repulsión. Nos cuesta mucho salir adelante, pero lo hemos logrado, aunque no en un ciento por ciento.
• Soy mestizo, producto de la mezcla del español con el indígena. Nuestras mujeres fueron violadas de manera violenta y nació este nuevo grupo social. Crecimos en cantidad, pero seguimos siendo inferiores, esclavos. Ya no éramos puros para nuestro pueblo. Nos fuimos multiplicando y tratamos de sobrevivir.
• Soy mulato, soy el producto de la mezcla del negro con el español. También era considerado esclavo. No tenía ningún derecho. Fui poblando el Istmo, íbamos creciendo en número, pero también en discriminación. Tuvimos que aprender a sobrevivir. Éramos muy mal visto, nos tenían asco, nuestro color causaba escozor y temor. Eso no ha cambiado mucho.
• Soy zambo. Soy producto de la mezcla del negro con el indio. Algunos decían que éramos una raza extraña. De todos los grupos que se formaron, era el más discriminado. Al igual que el mulato, nos consideraban vagos, personas de mal vivir, tracaleros y no recuerdo cuántos epítetos despectivos nos lanzaban. De la clasificación española de la sociedad ocupábamos el último lugar.
• Soy inglés, vine al Istmo para enriquecerme. Era un vil pirata, inhumano, no respetaba la vida humana, sólo me interesaba robar, asolar lo que encontraba. Quemé la floreciente ciudad de Panamá, me llevé todo lo que pude, rapté personas y sólo los liberé si me pagaban rescate. Fui apoyado por los negros ya que era la manera de vengarse de la esclavitud y de malos tratos de los españoles. Alguno de nosotros nos quedamos en el Istmo y formamos nuestras familias.
• Soy francés, vine al Istmo a construir un canal, pero la naturaleza y el modelo equivocado, me llevaron a la bancarrota. Perdí todo el dinero que me habían dado en Francia, padecí toda clase de enfermedades, los hombres morían cada día, y hasta familias enteras. No pudimos construir otro canal de Suez. Muy tarde comprendimos que la estrategia era otra. Tuve que salir, humillado y arruinado; sin embargo, algunos compatriotas decidimos quedarnos aquí y formar familia. Nos mezclamos con las mestizas y tuvimos descendencia. Hoy en día no sé con cuántas razas me he mezclado. Soy pluriétnico. Vivo feliz aquí.
• Soy colombiano, Panamá fue un departamento nuestro; mas por el mal trato que le dispensamos, se separaron de nosotros y crearon su república independiente. Panamá era uno de nuestros departamentos más pobres y descuidados, sólo me interesaban los fondos que aportaba y las ganancias que podía obtener. Por ello no desaproveché la oportunidad que me ofrecieron los franceses. No lo pensé dos veces y les permití, por una cuota muy fructífera, que construyeran un canal: el canal francés. Sin embargo, en otra ocasión jugué muerto cuando los gringos nos ofrecieron la firma de un tratado, el Herran-Hay, y lo desestimé. Quería más, y eso me costó la pérdida de Panamá y las pingües ganancias que me proporcionaba.
• Soy gringo. Ayudé a Panamá para que lograra su separación de Colombia. Fuimos pieza clave en ello. Nuestra fortaleza bélica lo permitió. De ahí, logré la firma del Tratado Hay-Bunau Varilla que me permitía estar a perpetuidad en Panamá. Me aproveché de la circunstancia y traté a la población con mano dura.
Construimos el Canal de Panamá, la octava maravilla del mundo. Una verdadera obra de la ingeniería moderna. Padecimos enfermedades, derrumbes; pero, lo logramos y el 15 de agosto de 1914, con la travesía del vapor Ancón, sellamos nuestro triunfo y nuestro poder.
El trato vil que utilizamos, trajo como consecuencia que se revisara el tratado de perpetuidad y, después de muchas incursiones, enfrentamientos y hasta muertos, tuvimos que salir del Istmo de Panamá, el 31 de diciembre de 1999, con mucho dolor, llanto y pesar.
• Soy chino, vine al Istmo en con la construcción del ferrocarril. Éramos cerca de 700, pero muchos murieron o se suicidaron. El choque cultural era inmenso. Sin embargo, seguimos llegando y conformando nuestra comunidad. Aprendimos a crecer, somos muchísimos aquí; pero, aún, se siguen aprovechado de nosotros. Nos traían y nos traen de contrabando, por miles de dólares. No importa, aquí vivimos bien, tranquilos y en paz. Nuestros hijos son panameños.
• ¿Quién soy? Mi bisabuelo fue chino nacido en Pekín. En Panamá se casó con una negra colombiana nacida en el Cauca. De ese matrimonio nació mi abuela quien se casó con un italiano. Así nació mi madre: ése soy yo: una pluralidad de etnias.
• ¿Quién soy? ¡Buena pregunta! Mi bisabuelo era italiano casado con una colombiana. De esa unión nació mi abuelo. Éste se enlazó con una descendiente francesa-italiana y nació mi padre, quien contrajo matrimonio con una dama descendiente de gnöbe. Ésa soy yo. Soy pluriétnica.
• Y así pudiera seguir, soy indostán, griego, peruano, japonés, árabe, israelita, entre muchísimos otros. Soy un crisol de razas, soy pluriétnico, soy panameño –a pesar de todo-
• ¿Quién soy? Soy un ser con cinco siglos de intenso mestizaje biológico, social, cultural y espiritual.
• ¿Quién soy? Soy un ente dispuesto, tolerante, con una marcada capacidad de integración cultural y étnica.
• ¿Quién soy? Soy tolerante, no tengo prejuicios de orden racial ni social ni de credo.
¿Quién soy?, interesante pregunta, qué difícil es describir qué es ser panameño.
Algunos nos describen como un crisol de razas, tienen razón, ya que somos un poquito de todo. Una familia panameña es una familia globalizada. Su estructura social es pluriétnica, por ende, desarrolla en un mismo seno varias culturas, varias costumbres: india, negra, china y europea. ¡Qué generación ésta! ¿Te has preguntado alguna vez? ¿ quién soy?
Eso soy yo, una mezcla de todo. Por consiguiente, cuando se habla del ser panameño debemos buscar nuestras raíces. Somos algo de todo el mundo, de ahí que fuese difícil; mas no imposible mantener una identidad pura; pero, lo intentamos.
Nada me ha impedido que continúe luchando en busca de mi identidad; en busca de mi verdadero yo. Han pasado más de cinco siglos y aún continúo la incesante búsqueda para saber, realmente, ¿quién soy?

BIBLIOGRAFÍA:
HERRERA G., Nimia. ¿Quién soy? Panamá: Universal Books, 2006.