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domingo, 22 de noviembre de 2009

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Estas direcciones sobre la lectura de autores hispanoamericanos son muy interesantes.
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jueves, 5 de noviembre de 2009

Carta de Jamaica de Cristóbal Colón.

Carta de Jamaica de Cristóbal Colón.





Para tu atenta lectura, tecopiamos la Carta de Jamaica de Cristóbal Colón, pero sin las interpolaciones que la hacían muy confusa.

¿Por qué? Porque aquí aparece la primera imagen del Istmo de Panamá y podría decirse que es el inicio de la literatura panameña.

Después de leerla, analiza las diapositivas PTT, que están en los archivos del curso, y abriremos un foro de discusión.


LA CARTA DE JAMAICA O "LETTERA RARÍSSIMA"

CARTA QUE ESCRIBIÓ D. CRISTÓBAL COLÓN, VIRREY Y ALMIRANTE DE LAS INDIAS, A LOS CRISTIANÍSIMOS Y MUY PODEROSOS REY Y REINA DE ESPAÑA, NUESTROS SEÑORES, EN QUE LES NOTIFICA CUANTO LE HA ACONTECIDO EN SU VIAJE; Y LAS TIERRAS, PROVINCIAS, CIUDADES, RÍOS Y OTRAS COSAS MARAVILLOSAS, Y DONDE HAY MINAS DE ORO EN MUCHA CANTIDAD, Y OTRAS COSAS DE GRAN RIQUEZA Y VALOR.
(Original en la Biblioteca del Real Palacio, en Madrid)
Isla de Jamaica -7 Jul 1503
Serenísimos y muy altos y poderosos Príncipes Rey o Reina, Nuestros Señores: De Cáliz pasé á Canaria en cuatro días, y dende á las Indias en diez y seis días, donde escribía. Mi intención era dar prisa á mi viaje en cuanto yo tenía los navíos buenos, la gente y los bastimentos, y que mi derrota era en la Isla de Jamaica; y en la Isla Dominica escribí esto: fasta allí truje el tiempo á pedir por la boca. Esa noche que allí entré fue con tormenta y grande, y me persiguió después siempre. Cuando llegué sobre la Española envié el envoltorio de cartas, y á pedir por merced un navío por mis dineros, porque otro que yo llevaba era inavegable y no sufría velas. Las cartas tomaron, y sabrán si se las dieron la respuesta. Para mí fue mandarme de parte de ahí, que yo no pasase ni llegase á la tierra: cayó el corazón á la gente que iba conmigo, por temor de los llevar yo lejos, diciendo que si algún caso de peligro les viniese que no serían remediados allí, antes les sería fecha alguna grande afrenta[...].. La tormenta era terrible, y en aquella noche me desmembró los navíos: á cada uno llevó por su cabo sin esperanzas, salvo de muerte: cada uno de ellos tenía por cierto que los otros eran perdidos[...]
E torno á los navíos que así me había llevado la tormenta y dejado á mí solo. Deparómelos nuestro Señor cuando le plugo. El navío Sospechoso había echado a la mar, por escapar, fasta la isola la Gallega; perdió la barca, y todos gran parte de los bastimentos: en el que yo iba, abalumado á maravilla, nuestro Señor le salvó que no hubo daño de una paja. En el Sospechoso iba mi hermano; y él, después de Dios, fue su remedio. E con esta tormenta, así á gatas, me llegué a Jamaica: allí se mudó de mar alta en calmería y grande corriente, y me llevó hasta el Jardín de la Reina sin ver tierra. De allí, cuando pude, navegué á la tierra firme, adonde me salió el viento y corriente terrible al opósito: combatí con ellos sesenta días, y en fin no le pude ganar más de setenta leguas.- En todo este tiempo no entré en puerto, ni pude, ni me dejó tormenta del cielo, agua y trombones y relámpagos de continuo que parecía el fin del mundo. Llegué al cabo de Gracias á Dios, y de allí me dio nuestro Señor próspero el viento y corriente. Esto fue á 12 de septiembre. Ochenta y ocho días había que no me había dejado espantable tormenta, atando que no vide el sol ni estrellas por mar; que á los navíos tenía yo abiertos, á las velas rotas y perdidas anclas y jarcia, cables, con las barcas y muchos bastimentos, la gente muy enferma, y todos contritos, y muchos con promesa de religión, y no ninguno sin otros votos y romerías. Muchas veces habían llegado á se confesar los unos á los otros. Otras tormentas se han visto, mas no durar tanto ni con tanto espanto. Muchos esmorecieron, harto y hartas veces, que teníamos por esforzados. De una camarilla, que yo mandé facer sobre cubierta, mandaba la vía. Mi hermano estaba en el peor navío y más peligroso[...]
Llegué a tierra de Cariay, adonde me detuve á remediar los navíos y bastimentos, y dar aliento á la gente, que venía muy enferma. Yo que, como dije, había llegado muchas veces á la muerte, allí supe de las minas del oro de la provincia de Ciamba, que yo buscaba. Dos indios me llevaron á Carambaru, adonde la gente anda desnuda y al cuello un espejo de oro, mas no le querían vender ni dar á trueque. Nombráronme muchos lugares en la costa de la mar, adonde decían que había oro y minas; el postrero era Veragua, y lejos de allí obra de veinte y cinco leguas: partí con intención de los tentar á todos, y llegado ya el medio supe que había minas á dos jornadas de andadura: acordé de inviarlas á ver vísperas de San Simón y Judas, que había de ser la partida: en esa noche se levantó tanta mar y viento, que fue necesario de correr hacia adonde él quiso; y el indio adalid de las minas siempre conmigo.- En todos estos lugares, adonde yo había estado, fallé verdad todo lo que yo había oído: esto me certificó que es así de la provincia de Ciguare, que según ellos, es descrita nueve jornadas de andadura por tierra al Poniente: allí dicen que hay infinito oro, y que traen corales en las cabezas, manillas a los pies y á los brazos dello, y bien gordas; y de él, sillas, arcas y mesas las guarnecen y enforran. También dijeron que las mujeres de allí traían collares colgados de la cabeza á las espaldas. En esto que yo digo, la gente toda de estos lugares conciertan en ello, y dicen tanto que yo sería contento con el diezmo. También todos conocieron la pimienta [...] En todos sus usos son como los de la Española. El oro cogen con otras artes, bien que todos son nada con los de los cristianos. Esto que yo he dicho es lo que oyó[...] no es mi propósito de fablar en aquella materia, salvo de dar cuenta de mi duro y trabajoso viaje, bien que él sea el mas noble y provechoso. --Digo que víspera de San Simón y Judas corrí donde el viento me llevaba, sin poder resistirle. En un puerto excusé diez días de gran fortuna de mar y del cielo: allí acordé de no volver atrás a las minas, y dejélas ya por ganadas. Partí, por seguir mi viaje, lloviendo: llegué á puerto de Bastimentos, adonde entré y no de grado: la tormenta y gran corriente me entró allí catorce días; y después partí, y no con buen tiempo. Cuando yo hube andado quince leguas forzosamente, me reposó atrás el viento y corriente con furia: volviendo yo al puerto de donde había salido fallé en el camino al Retrete, adonde me retruje con harto peligro y enojo, y bien fatigado yo y los navíos y la gente: detúveme allí quince días, que así lo quiso el cruel tiempo; y cuando creí de haber acabado me fallé de comienzo: allí mudé de sentencia de volver á las minas, y hacer algo fasta que me viniese tiempo para mi viaje y marear; llegado con cuatro leguas revino la tormenta, y me fatigó tanto á tanto que ya no sabía de mi parte. Allí se me refrescó del mal la llaga: nueve días anduve perdido sin esperanza de vida: ojos nunca vieron la mar tan alta, fea y hecha espuma. El viento no era para ir adelante, ni daba lugar para correr hacia algún cabo. Allí me detenía en aquella mar fecha sangre, hirviendo como caldera por gran fuego. El cielo jamás fue visto tan espantoso: un día con la noche ardió como forno; y así echaba la llama con los rayos, que cada vez miraba yo si me había llevado los másteles y velas; venían con tanta furia espantables que todos creíamos que me habían de fundir los navíos. En todo este tiempo jamás cesó agua del cielo, y no para decir que llovía, salvo que resegundaba otro diluvio. La gente estaba ya tan molida que deseaban la muerte para salir de tantos martirios. Los navíos ya habían perdido dos veces las barcas, anclas, cuerdas, y estaban abiertos, sin velas.---Cuando plugo á nuestro Señor volví a Puerto Gordo, adonde reparé lo mejor que pude. Volví otra vez hacia Veragua para mi viaje, aunque yo no estuviera para ello. Todavía era el viento y corrientes contrarios. Llegué casi adonde antes, y allí me salió otra vez el viento y corrientes al encuentro, y volví otra vez al puerto, que no osé esperar la oposición de Saturno con mares tan desbaratados en costa brava, porque las mas de las veces trae tempestad ó fuerte tiempo. Esto fue día de Navidad en horas de misa. Volví otra vez adonde yo había salido con harta fatiga; y pasado año nuevo torné a la porfía, que aunque me hiciera buen tiempo para mi viaje, ya tenia los navíos innavegables, y la gente muerta y enferma. Día de la Epifanía llegué á Veragua, ya sin aliento: allí me deparó nuestro Señor un río y seguro puerto, bien que á la entrada no tenia salvo diez palmos de fondo. Metime en él con pena, y al día siguiente recordó la fortuna: si me falla fuera, no pudiera entrar á causa del banco. Llovió sin cesar fasta catorce de Febrero, que nunca hubo lugar de entrar en la tierra, ni de me remediar en nada; y estando ya seguro a veinte y cuatro de Enero, de improviso vino el río muy alto y fuerte; quebróme las amarras y proeses, y hubo de llevar los navíos, y cierto los vi en mayor peligro que nunca. Remedió nuestro Señor, como siempre hizo. No sé si hubo otro con mas martirios. A seis de Febrero, lloviendo, invié setenta hombres la tierra adentro; y á las cinco leguas fallaron muchas minas; los Indios que iban con ellos los llevaron á un cerro muy alto, y de allí les mostraron hacia toda parte cuanto los ojos alcanzaban, diciendo que en toda parte había oro, y que hacia el Poniente llegaban las minas veinte jornadas, y nombraban las villas y lugares , y adonde había de ello mas ó menos. Después supe yo que el Quibián que había dado estos Indios, les había mandado que fuesen á mostrar las minas lejos y de otro su contrario; y que adentro de su pueblo cogían, cuando él quería, un hombre en diez días una mozada de oro: los indios sus criados y testigos de esto traigo conmigo. Adonde él tiene el pueblo llegan las barcas. Volvió mi hermano con esa gente, y todos con oro que habían cogido en cuatro horas que fue allá á la estada. La calidad es grande, porque ninguno de estos jamás había visto minas, y los más oro. Los más eran gente de la mar, casi todos grumetes. Yo tenía mucho aparejo para edificar y muchos bastimentos. Asenté pueblo, y di muchas dádivas al Quibián, que así llaman al Señor de la tierra; y bien sabía que no había de durar la concordia: ellos muy rústicos y nuestra gente muy importunos, y me aposesionaba en su término: después que él vido las cosas fechas y el tráfago tan vivo acordó de las quemar y matarnos á todos: muy al revés salió su propósito: quedó preso él, mujeres y fijos y criados; bien que su prisión duró poco: el Quibián se fuyó á un hombre honrado, á quien se había entregado con guarda de hombres; é los hijos se fueron á un Maestre de navío, á quien se dieron en él á buen recaudo.---En Enero se había cerrado la boca del río. En Abril los navíos estaban todos comidos de broma, y no los podía sostener sobre agua. En este tiempo hizo el río una canal, por donde saqué tres dellos vacíos con gran pena. Las barcas volvieron adentro por la sal y agua. La mar se puso alta y fea, y no les dejó salir fuera: los indios fueron muchos y juntos y los combatieron, y en fin los mataron. Mi hermano y la otra gente toda estaban en un navío que quedó adentro: yo muy solo de fuera, en tan brava costa, con fuerte fiebre, en tanta fatiga: la esperanza de escapar era muerta: subí así trabajando lo mas alto, llamando á voz temerosa, llorando y muy aprisa, los maestros de la guerra de vuestras Altezas, á todos cuatro los vientos, por socorro; mas nunca me respondieron. Cansado, me dormecí gimiendo[...]
Levantéme cuando pude; y al cabo de nueve días hizo bonanza, mas no para sacar los navíos del río. Recogí la gente que estaba en tierra, y todo el resto que pude, porque no bastaban para quedar y para navegar los navíos. Quedara yo á sostener el pueblo con todos, si vuestras Altezas supieran de ello. El temor que nunca aportarían allí navíos me determinó á esto, y la cuenta que cuando se haya de proveer de socorro se proveerá de todo. Partí en nombre de la Santísima Trinidad, la noche de Pascua, con los navíos podridos, abrumados, todos fechos agujeros. Allí en Belén dejé uno, y hartas cosas. En Belpuerto hice otro tanto. No me quedaron salvo dos en el estado de los otros, y sin barcas y bastimentos, por haber de pasar siete mil millas de mar y de agua, ó morir en la vía con fijo y hermano y tanta gente. Respondan ahora los que suelen tachar y reprender, diciendo allá de un salvo: ¿por qué no hacíades esto allí? Los quisiera yo en esta jornada. Yo bien creo que otra de otro sabor los aguarda: á nuestra fe es ninguna. ---Llegué a trece de Mayo en la provincia de Mago, que parte con aquella del Catayo y de allí partí para la Española: navegué dos días con buen tiempo, y después fue contrario. El camino que yo llevaba era para desechar tanto número de islas, por no me embarazar en los bajos de ellas. La mar brava me hizo fuerza, y hube de volver atrás sin velas: surgí á una isla adonde de golpe perdí tres anclas, y á la media noche, que parecía que el mundo se envolvía, se rompieron las amarras al otro navío, y vino sobre mí, que fue maravilla como no nos acabamos de se hacer rajas: el ancla, de forma que me quedó, fue ella después de nuestro Señor, quien me sostuvo. Al cabo de seis días, que ya era bonanza, volví á mi camino: así ya perdido del todo de aparejos y con los navíos horadados de gusanos mas que un panal de abejas, y la gente tan acobardada y perdida, pasé algo adelante de donde yo había llegado denantes: allí me torné á reposar atrás la fortuna: paré en la misma isla en mas seguro puerto: al cabo de ocho días torné á la vía y llegué á Jamaica en fin de Junio, siempre con vientos punteros, y los navíos en peor estado: con tres bombas, tinas y calderas no podían con toda la gente vencer el agua que entraba en el vacío, ni para este mal de broma hay otra cura. Cometí el camino para me acercar á lo mas cerca de la Española, que son veinte y ocho leguas,--y no quisiera haber comenzado. El otro navío corrió á buscar puerto casi anegado. Yo porfié la vuelta de la mar con tormenta. El navío se me anegó, que milagrosamente me trujo nuestro Señor á tierra. ¿Quién creyera lo que yo aquí escribo? Digo que de cien partes no he dicho la una en esta letra. Los que fueron con el almirante lo atestigüen. Si place á Vuestras Altezas de me hacer merced de socorro un navío que pase de sesenta y cuatro, con ducientos quintales de bizcocho y algún otro bastimento, abastará para me llevar á mí y á esta gente á España de la Española. En Jamaica ya dije que no hay veinte y ocho leguas á la Española. No fuera yo, bien que los navíos estuvieran para ello. Ya dije que me fue mandado de parte de Vuestras Altezas que no llegase á ella. Si este mandar ha aprovechado, Dios lo sabe. Esta carta invío por vía y mano de Indios: grande maravilla será si allá llega.¬ De mi viaje digo: que fueron ciento y cincuenta personas conmigo, en que hay hartos suficientes para pilotos y grandes marineros: ninguno puede dar razón cierta por donde fui yo ni vide: la razón es muy presta. Yo partí sobre el pueblo del Brasil: en la Española no me dejó la tormenta ir al camino que yo quería: fue por fuerza correr adonde el viento quiso. En ese día caí yo muy enfermo: ninguno había navegado hacia aquella parte: cesó el viento y el mar dende á ciertos días, y se mudó la tormenta en calmería y grandes corrientes. Fui á aportar á una isla que se dijo de las Bocas, y de allí á Tierra firme. Ninguno puede dar cuenta verdadera de esto, porque no hay razón que abaste; porque fue ir con corriente sin ver tierra tanto número de días. Seguí la costa de la Tierra firme: esta se asentó con compás y arte. Ninguno hay que diga debajo cuál parte del cielo ó cuándo yo partí de ella para venir á la Española. Los pilotos creían venir á parar á la isla de Sanct-Joan; y fue en tierra de Mango, cuatrocientas leguas mas al Poniente de adonde decían. Respondan, si saben, adonde es el sitio de Veragua. Digo que no pueden dar otra razón ni cuenta, salvo que fueron á unas tierras adonde hay mucho oro, y certificarle; mas para volver á ella el camino tienen ignoto. Sería necesario para ir á ella descubrirla como de primero. Una cuenta hay y razón de astrología, y cierta: quien la entiende esto le abasta. A visión profética se asemeja esto. Las naos de las Indias, si no navegan salvo a popa, no es por la mala fechura, ni por ser fuertes; las grandes corrientes que allí vienen, juntamente con el viento hacen que nadie porfíe con bolina, porque en un día perderían lo que hubiesen ganado en siete; ni saco carabera aunque sea latina portuguesa. Esta razón hace que no naveguen, salvo con colla, y por esperarle se detienen á las veces seis y ocho meses en puerto; ni es maravilla, pues que en España muchas veces acaece otro tanto[...]
En Cariay, y en esas tierras de su comarca, son grandes fechiceros y muy medrosos. Dieran el mundo porque no me detuviera allí una hora. Cuando llegué allí luego me inviaron dos muchachas muy ataviadas: la mas vieja no seria de once años y la otra de siete; ambas con tanta desenvoltura que no serian mas unas putas: traían polvos de hechizos escondidos. En llegando las mandé adornar de nuestras cosas y las invié luego á tierra: allí vide una sepultura en el monte, grande como una casa y labrada, y el cuerpo descubierto y mirando en ella. De otras artes me dijeron y mas excelentes. Animalias menudas y grandes hay hartas y muy diversas de las nuestras. Dos puercos hube yo en presente, y un perro de Irlanda no osaba esperarlos. Un ballestero había herido una animalia, que se parece á un gato paul, salvo que es mucho mas grande, y el rostro de hombre: teníale atravesado con una saeta desde los pechos á la cola, y porque era feroz le hubo de cortar un brazo y una pierna: el puerco en viéndole se le encrespó y se fue huyendo: yo cuando esto vi mandé echarle begare, que así se llama donde estaba: en llegando á él, así estando á la muerte y la saeta siempre en el cuerpo, le echó la cola por el hocico y se la amarró muy fuerte, y con la mano que le quedaba le arrebató por el copete como á enemigo. El auto tan nuevo y hermosa montería me hizo escribir esto. De muchas maneras de animalias se hubo, mas todas mueren de barra. Gallinas muy grandes y la pluma como lana vide hartas. Leones, ciervos, corzos otro tanto, y así aves. Cuando yo andaba por aquella mar en fatiga en algunos se puso herejía que estábamos enfechizados, que hoy día están en ello. Otra gente fallé que comían hombres: la desformidad de su gesto lo dice. Allí dicen que hay grandes mineros de cobre: hachas de ello, otras cosas labradas, fundidas, soldadas hube, y fraguas con todo su aparejo de platero y los crisoles. Allí van vestidos; y en aquella provincia vide sábanas grandes de algodón, labradas de muy sotiles labores; otras pintadas muy sutilmente á colores con pinceles. Dicen que en la tierra adentro hacia el Catayo las hay tejidas de oro. De todas estas tierras y de lo que hay en ellas, falta de lengua, no se saben tan presto. Los pueblos, bien que sean espesos, cada uno tiene diferenciada lengua, y es en tanto que no se entienden los unos con los otros, mas que nos con los de Arabia. Yo creo que esto sea en esta gente salvaje de la costa de la mar, mas no en la tierra dentro._Cuando yo descubrí las Indias dije que eran el mayor señorío rico que hay en el mundo. Yo dije del oro, perlas, piedras preciosas, especerías, con los tratos y ferias, y porque no pareció todo tan presto fui escandalizado. Este castigo me hace agora que no diga salvo lo que yo oigo de los naturales de la tierra. De una oso decir, porque hay tantos testigos, y es que yo vide en esta tierra de Veragua mayor señal de oro en dos días primeros que en la Española en cuatro años, y que las tierras de la comarca no pueden ser más fermosas ni más labradas, ni la gente más cobarde, y buen puerto, y fermoso río, y defensible al mundo. Todo esto es seguridad de los cristianos y certeza de señorío, con grande esperanza de la honra y acrecentamiento de la religión cristiana; y el camino allí será tan breve como á la Española, porque ha de ser con viento. Tan señores son Vuestras Altezas de esto como de Jerez ó Toledo: sus navíos que fueren allí van a su casa. De allí sacarán oro: en otras tierras, para haber de lo que hay en ellas, conviene que se lo lleven, o se volverán vacíos; y en la tierra es necesario que fíen sus personas de un salvaje. _Del otro que yo dejo de decir, ya dije por qué me encerré:no digo así, ni que yo me afirme en el tres doble en todo lo que yo haya jamás dicho ni escrito,y que yo estó á la fuente. Genoveses, Venecianos y toda gente que tenga perlas, piedras preciosas y otras cosas de valor, todos las llevan hasta el cabo del mundo para las trocar, convertir en oro:el oro es excelentísimo: del oro se hace tesoro, y con él, quien lo tiene, hace cuanto quiere en el mundo, y llega á que echa las ánimas al paraíso. Los señores de aquellas tierras de la comarca de Veragua cuando mueren entierran el oro que tienen con el cuerpo; así lo dicen [...]
El oro que tiene el Quibián de Veragua y los otros de la comarca, bien que según información él sea mucho, no me paresció bien ni servicio de vuestras Altezas de se le tomar por vía de robo: la buena orden evitará escándalo y mala fama, y hará que todo ello venga al tesoro, que no quede un grano. Con un mes de buen tiempo yo acabara todo mi viaje: por falta de los navíos no porfié á esperarle para tornar á ello, y para toda cosa de su servicio espero en Aquel que me hizo, y estaré bueno. Yo creo que V. A. se acordará que yo quería mandar hacer los navíos de nueva manera: la brevedad del tiempo no dio lugar á ello, y cierto yo había caído en lo que cumplía--Yo tengo en más esta negociación y minas con esta escala y señorío, que todo lo otro que está hecho en las Indias. No es este hijo para dar á criar á madrastra. De la Española, de Paria y de las otras tierras no me acuerdo de ellas, que yo no llore: creía yo que el ejemplo dellas hobiese de ser por estotras al contrario: ellas están boca ayuso, bien que no mueren: la enfermedad es incurable, ó muy larga: quien las llegó á esto venga agora con el remedio si puede ó sabe: al descomponer cada uno es maestro. Las gracias y acrecentamiento siempre fue uso de las dar á quien puso su cuerpo á peligro. No es razón que quien ha sido tan contrario á esta negociación le goce ni sus fijos. Los que se fueron de las Indias fuyendo los trabajos y diciendo mal dellas y de mí, volvieron con cargos: así se ordenaba agora en Veragua: malo ejemplo, y sin provecho del negocio y para la justicia del mundo: este temor con otros casos hartos que yo veía claro, me hizo suplicar á V.A. antes que yo viniese á descubrir estas islas y tierra firme, que me las dejasen gobernar en su Real nombre: plúgoles: fue por privilegio y asiento, y con sello y juramento, y me intitularon de Visorrey y Almirante y Gobernador General de todo; y aseñalaron el término sobre las islas de los Azores cien leguas: y aquellas del Cabo Verde por línea que pasa de polo a polo, y desto y de todo que mas se descubriese, y me dieron poder largo: la escritura á mas largamente lo dice.---El otro negocio famosísimo está con los brazos abiertos llamando: extranjero ha sido fasta ahora. Siete años estuve yo en su Real corte, que a cuantos se fabló de esta empresa todos á una dijeron que era burla: agora fasta los sastre suplican por descubrir. Es de creer que van á saltear, y se les otorga, que cobran con mucho perjuicio de mi honra y tanto daño del negocio. Bueno es de dar á Dios lo suyo y acetar lo que le pertenece. Esta es justa sentencia, y de justo. Las tierras que acá obedecen á V.A. son más que todas las otras de cristianos y ricas. Después que yo, por voluntad divina, las hube puestas debajo de su Real y alto señorío y en filo para haber grandísima renta, de improviso, esperando navíos para venir á su alto concepto con victoria y grandes nuevas del oro, muy seguro y alegre, fui preso y echado con dos hermanos en un navío, cargados de fierros, desnudo en cuerpo, con muy mal tratamiento, sin ser llamado ni vencido por justicia. ¿Quién creerá que un pobre extranjero se hobiese de alzar en tal lugar contra V.A. sin causa, ni sin brazo de otro Príncipe, y estando solo entre sus vasallos y naturales, y teniendo todos mis fijos en su Real Corte? Yo vine á servir de veinte ocho años, y agora no tengo cabello en mi persona que no sea cano y el cuerpo enfermo, y gastado cuanto me quedó de aquellos, y me fue tomado y vendido, y á mis hermanos fasta el sayo, sin ser oído ni visto, con gran deshonor mío. Es de creer que esto no se hizo por su Real mandado. La restitución de mi honra y daños, y el castigo en quien lo fizo, fará sonar su Real nobleza; y otro tanto en quien me robó las perlas, y de quien ha fecho daño en ese almirantado. Grandísima virtud, fama con ejemplo será si hacen esto, y quedará á la España gloriosa memoria con la de Vuestras Altezas de agradecidos y justos Príncipes. La intención tan sana que yo siempre tuve al servicio de Vuestras Altezas, y la afrenta tan desigual, no da lugar al ánima que calle, bien que yo quiera: suplico á vuestras Altezas me perdonen.---Yo estoy tan perdido como dije: yo he llorado fasta aquí á otros: haya misericordia agora el Cielo y llore por mí la tierra. En el temporal no tengo solamente una blanca para el oferta: en el espiritual he parado aquí en las Indias de la forma que está dicho: aislado en esta pena, enfermo, aguardando cada día por la muerte, y cercado de un cuento de salvajes y llenos de crueldad y enemigos nuestros, y tan apartado de los Santos Sacramentos de la Santa Iglesia, que se olvidará desta anima si se aparta acá del cuerpo. Llore por mí quien tiene caridad, verdad y justicia. Yo no vine este viaje á navegar por ganar honra ni hacienda: esto es cierto porque estaba ya la esperanza de todo en ella muerta. Yo vine á V.A. con sana intención y buen celo, y no miento. Suplico humildemente á V.A. que si á Dios place de me sacar de aquí, que haya por bien mi ida á Roma y otras romerías. Cuya vida y alto estado la Santa Trinidad guarde y acreciente. Fecha en la Isla de Jamaica á 7 de Julio de mil quinientos y tres años.




Bibliografía: La intertextualidad y el prvidencialismo en la imagen del Istmo de Panamá en la Carta de Jamaica de Cristóbal Colón.
Autora: Nimia Herrera G.
Panamá:EUPAN, 1999.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

¿Quién soy?



Estos ensayos nos deben poner a mediatar sobre quiénes somos.¿Sabes de dóde vienes?, ¿cuáles son tus raíces?
¿Quién soy?
*Por: Nimia Herrera G.
¿QUIÉN SOY?
• Soy indígena, vivía feliz con mi familia en nuestra bella comunidad. Llegaron los invasores y comenzaron los ultrajes. Fuimos vejados, arruinados, saqueados, asesinados. Desde ese momento hasta hoy, no hemos podido florecer ni como raza ni como grupo. Dejamos nuestra braveza y nos convertimos en seres melancólicos, con una mirada lánguida, triste, esclavos, seres inferiores.
Para nosotros, la pureza de la raza es importante debido a que de esa manera podemos conservar nuestra identidad, nuestra cultura y nuestra idiosincrasia. Pudimos lograrlo porque un grupo de aborígenes se internó en lo más profundo de las montañas y hasta allá no se atrevieron a llegar los invasores; sin embargo, los que fueron capturados y tratados como esclavos, se mezclaron con los conquistadores y esto trajo como consecuencia la raza mestiza.
Quinientos años después mantenemos vivas nuestra tradición, a pesar de que se nos tilda de primitivos. Procuramos aprender lo nuevo, pero cultivando lo nuestro. Ningún hombre moderno puede comprendernos, pero somos así y así deseamos continuar.
Nos impusieron su dieta alimentaria, nos impusieron su Dios, su credo a punta de espada; nos impusieron el vestuario; nos privaron de todo, de lo más importante: la vida.
• Soy español. Vine a América buscando las Indias orientales. Llegué por primera vez con el Almirante Cristóbal Colón. La mayoría de mis compañeros enloquecimos al ver tanto oro. Así que comenzamos a tomar todo el preciado metal que poseían los naturales. Comenzamos a exterminarlos de la manera más cruel y vil. Fue un genocidio inhumano, pero sólo pensábamos en enriquecernos y largarnos. No queríamos vivir aquí, pues el clima era de lo peor.
Violábamos a las indígenas. Las preferíamos vírgenes. Las embarazábamos y las dejábamos a su suerte. Sólo nos interesaba saquearlos y exterminarlos. Muchísimos fenecimos aquí, otros se fueron al Perú u otras regiones. Los que decidieron quedarse aquí se dedicaron al comercio o a la ganadería, y se mezclaron con las indias y con las negras.
Estuve aquí, aprovechándome de todo lo que podía hasta el 28 de noviembre de 1821 cuando tuve que salir, pues Panamá declaró su independencia.
• Soy negro, esclavo, fui sacado de mi hábitat y traído a esta tierra a realizar trabajos pesados. Fui ultrajado, violaron todos mis derechos, fui tratado con hostilidad. Me escapé y me fui a vivir a las montañas. Me convertí en espía, asaltante, contrabandista, ladrón para poder sobrevivir. A mí me tenían más temor que a los indígenas. Me dieron sitios para vivir y construir nuestras colonias con el compromiso de que los dejáramos en paz. Robaba todo lo que podía. Desde aquella época me consideraron una chusma, un ser inferior. Hoy, las cosas no han variado mucho. Se estigmatiza lo negro y lo blanco. Lo blanco es lo bueno, la pureza, lo hermoso, la vida; lo negro, la muerte, lo feo, el ladrón, el contrabandista, la tristeza.
Para los españoles fui sinónimo de fuerza bruta y de inferioridad. Hoy, continuamos causando temor. Nuestro color da temor y repulsión. Nos cuesta mucho salir adelante, pero lo hemos logrado, aunque no en un ciento por ciento.
• Soy mestizo, producto de la mezcla del español con el indígena. Nuestras mujeres fueron violadas de manera violenta y nació este nuevo grupo social. Crecimos en cantidad, pero seguimos siendo inferiores, esclavos. Ya no éramos puros para nuestro pueblo. Nos fuimos multiplicando y tratamos de sobrevivir.
• Soy mulato, soy el producto de la mezcla del negro con el español. También era considerado esclavo. No tenía ningún derecho. Fui poblando el Istmo, íbamos creciendo en número, pero también en discriminación. Tuvimos que aprender a sobrevivir. Éramos muy mal visto, nos tenían asco, nuestro color causaba escozor y temor. Eso no ha cambiado mucho.
• Soy zambo. Soy producto de la mezcla del negro con el indio. Algunos decían que éramos una raza extraña. De todos los grupos que se formaron, era el más discriminado. Al igual que el mulato, nos consideraban vagos, personas de mal vivir, tracaleros y no recuerdo cuántos epítetos despectivos nos lanzaban. De la clasificación española de la sociedad ocupábamos el último lugar.
• Soy inglés, vine al Istmo para enriquecerme. Era un vil pirata, inhumano, no respetaba la vida humana, sólo me interesaba robar, asolar lo que encontraba. Quemé la floreciente ciudad de Panamá, me llevé todo lo que pude, rapté personas y sólo los liberé si me pagaban rescate. Fui apoyado por los negros ya que era la manera de vengarse de la esclavitud y de malos tratos de los españoles. Alguno de nosotros nos quedamos en el Istmo y formamos nuestras familias.
• Soy francés, vine al Istmo a construir un canal, pero la naturaleza y el modelo equivocado, me llevaron a la bancarrota. Perdí todo el dinero que me habían dado en Francia, padecí toda clase de enfermedades, los hombres morían cada día, y hasta familias enteras. No pudimos construir otro canal de Suez. Muy tarde comprendimos que la estrategia era otra. Tuve que salir, humillado y arruinado; sin embargo, algunos compatriotas decidimos quedarnos aquí y formar familia. Nos mezclamos con las mestizas y tuvimos descendencia. Hoy en día no sé con cuántas razas me he mezclado. Soy pluriétnico. Vivo feliz aquí.
• Soy colombiano, Panamá fue un departamento nuestro; mas por el mal trato que le dispensamos, se separaron de nosotros y crearon su república independiente. Panamá era uno de nuestros departamentos más pobres y descuidados, sólo me interesaban los fondos que aportaba y las ganancias que podía obtener. Por ello no desaproveché la oportunidad que me ofrecieron los franceses. No lo pensé dos veces y les permití, por una cuota muy fructífera, que construyeran un canal: el canal francés. Sin embargo, en otra ocasión jugué muerto cuando los gringos nos ofrecieron la firma de un tratado, el Herran-Hay, y lo desestimé. Quería más, y eso me costó la pérdida de Panamá y las pingües ganancias que me proporcionaba.
• Soy gringo. Ayudé a Panamá para que lograra su separación de Colombia. Fuimos pieza clave en ello. Nuestra fortaleza bélica lo permitió. De ahí, logré la firma del Tratado Hay-Bunau Varilla que me permitía estar a perpetuidad en Panamá. Me aproveché de la circunstancia y traté a la población con mano dura.
Construimos el Canal de Panamá, la octava maravilla del mundo. Una verdadera obra de la ingeniería moderna. Padecimos enfermedades, derrumbes; pero, lo logramos y el 15 de agosto de 1914, con la travesía del vapor Ancón, sellamos nuestro triunfo y nuestro poder.
El trato vil que utilizamos, trajo como consecuencia que se revisara el tratado de perpetuidad y, después de muchas incursiones, enfrentamientos y hasta muertos, tuvimos que salir del Istmo de Panamá, el 31 de diciembre de 1999, con mucho dolor, llanto y pesar.
• Soy chino, vine al Istmo en con la construcción del ferrocarril. Éramos cerca de 700, pero muchos murieron o se suicidaron. El choque cultural era inmenso. Sin embargo, seguimos llegando y conformando nuestra comunidad. Aprendimos a crecer, somos muchísimos aquí; pero, aún, se siguen aprovechado de nosotros. Nos traían y nos traen de contrabando, por miles de dólares. No importa, aquí vivimos bien, tranquilos y en paz. Nuestros hijos son panameños.
• ¿Quién soy? Mi bisabuelo fue chino nacido en Pekín. En Panamá se casó con una negra colombiana nacida en el Cauca. De ese matrimonio nació mi abuela quien se casó con un español. Así nació mi madre quien contrajo nupcias con un francés: ése soy yo: una pluralidad de etnias.
• ¿Quién soy? ¡Buena pregunta! Mi bisabuelo era italiano casado con una colombiana. De esa unión nació mi abuelo. Éste se enlazó con una descendiente francesa-italiana y nació mi padre, quien contrajo matrimonio con una dama descendiente de gnöbe. Ésa soy yo. Soy pluriétnica.
• Y así pudiera seguir, soy indostán, griego, peruano, japonés, árabe, israelita, entre muchísimos otros. Soy un crisol de razas, soy pluriétnico, soy panameño –a pesar de todo-
• ¿Quién soy? Soy un ser con cinco siglos de intenso mestizaje biológico, social, cultural y espiritual.
• ¿Quién soy? Soy un ente dispuesto, tolerante, con una marcada capacidad de integración cultural y étnica.
• ¿Quién soy? Soy tolerante, no tengo prejuicios de orden racial ni social ni de credo.
¿Quién soy?, interesante pregunta, qué difícil es describir qué es ser panameño.
Algunos nos describen como un crisol de razas, tienen razón, ya que somos un poquito de todo. Una familia panameña es una familia globalizada. Su estructura social es pluriétnica, por ende, desarrolla en un mismo seno varias culturas, varias costumbres: india, negra, china y europea. ¡Qué generación ésta! ¿Te has preguntado alguna vez? ¿quién soy?
Eso soy yo, una mezcla de todo. Por consiguiente, cuando se habla del ser panameño debemos buscar nuestras raíces. Somos algo de todo el mundo, de ahí que fuese difícil; mas no imposible mantener una identidad pura; pero, lo intentamos.
Nada me ha impedido que continúe luchando en busca de mi identidad; en busca de mi verdadero yo. Han pasado más de cinco siglos y aún continúo la incesante búsqueda para saber, realmente, ¿quién soy?














¿Quién soy? a través de Protesta sin Maneras

Protesta sin Maneras es un poemario de Aristides Martínez Ortega, que nos lleva a la reflexión, pero con un ritcus muy amargo, debido a que encontramos a actantes (gran masa de actores) divididos en varios grupos o masas: aquéllos que lucharon en contra del enclave colonialista; aquéllos quienes, por dinero, continuaron añorando épocas pasadas y aquéllos que en pos del progreso y de la modernidad consideran que debían mantenerse ciertas alianzas y con éstas evitar que el pueblo se muriese de hambre.
En el poemario predominan tres grandes temas con una unidad, el problema de la soberanía, el problema económico-social y el político. Todo está en manos de un bicho, de un insecto, de un ser dañino: los políticos, quienes: “ostentan el poder”, “están en la cumbre”, “están arriba”, “están en la cúspide”, “en la cresta de la ola”.
La política, según aparece en el “Retrato hablado”, es una “actividad lucrativa”, conformada por seres que poseen cualidades muy especiales durante el ascenso: /mentir sin asco/, /meter zancadillas sin pestañear/, /tener el serrucho afilado/, /fumar debajo del agua/, /y cuando las barbas de sus copartidarios/, /arden/, /socorrerlos con spray inflamable/.
Sin embargo, cuando se llega a la cumbre “los requisitos son otros”: /creerse la mamá de Tarzán/, /patear debajo de la mesa/, barrer pa’l bolsillo/ y lo más importante, lo que lo hará siempre un ganador, lo que le asegurará el triunfo y la permanencia en el poder: /tener siempre un gringo/, /en la manga/.
Este personaje, el político, tiene mucha similitud con “El bicho”, poema donde se compara la política con una fauna, en donde el bicho es el animal más codiciado, pues, es un individuo que no tiene conciencia ni pudor y, para decirlo a la manera del yo lírico: /Fetichista por naturaleza/, /Idólatra, también por naturaleza/, /sus alegatos/, /siguen la línea/, /Lucha contra los herejes/,/escondidos en molinos de vientos/.
Estos últimos versos sintetizan la falta de sensibilidad de esos seres, quienes lucharon, incluso, con enemigos imaginarios, que se esconden en lugares también imaginarios, falsos. “Molinos de vientos”.
Pero, lamentablemente, no hay mucha diferencia entre los políticos de ayer y los de hoy, ya que ambos utilizan los “Mismos trucos”, título de otro poema. Estos políticos que /no cambian el show/, aquéllos que siempre prometen, los magos que mejorarán la calidad de vida del pueblo; sin embargo, la realidad es otra, totalmente opuesta, que se convierten en una “Esperanza en globo”; pero, cuál es la connotación del vocablo globo: ¿será un apócope de globalización? o más bien ¿aquel objeto que se infla y se desinfla con el mínimo esfuerzo? ¿A qué se referiría el yo lírico cuando dice que para los pobres del mundo hay un rayo de “esperanza”? pero, ¿cuál será esa esperanza?, la respuesta es la /globalización/, la entrada al mundo competitivo, en donde se dice que se /mejora la calidad/; pero, no la vida del hombre, sino la del /hambre/.
Los políticos acceden a participar en todos los experimentos de las grandes potencias, con lo que sólo se logrará abrir una brecha más profunda entre pobres y ricos y, a la postre, sucederá lo que aparece en “Paisaje de fin de siglo”, donde los economistas seguirán /buscando la piedra filosofal/, /la receta para obtener oro/, para continuar con sus ganancias; pero, donde “La gente no ve los fondos”, pues, los políticos que: /subieron/, /sin alas/, /ahora están pisando a los de abajo/; ya que como es natural tenemos muy “Mala memoria” debido a que continuamos aplaudiendo palabras que: /estaban llenas de gusanos/, /las promesas ... tenían fecha de expiración vencida/ y como siempre ha ocurrido /volvieron a meterles la tuza/.
Todo esto está sintetizado en la “variante del refrán”, donde: /El pueblo no sabe/, /para quien trabaja/, /pero los que trabajan/, /para el pueblo/, /están podridos en plata/.
Hace unos cuantos meses concluyó otras elecciones populares para escoger al gobierno que regiría las riendas de la nación durante los próximos cinco años, y vemos que, en algunas ocasiones, se cumple lo expresado por el hablante lírico; sin embargo, el pueblo no creyó del todo las promesas y les pasó raya, inclusive en las áreas indígenas. Entonces, quiere decir, que hay algo de maduración y los bichos van a ser animales en vía de extinción. Si bien es cierto, también hubo la bendita frase “vox populi, vox dei” y, a pesar de que el pueblo tiene el don de siempre equivocarse, el pueblo habló y los resultados fueron interesantísimos.
Otra temática, la lucha por la soberanía nacional. Esta parte está conformada por poemas donde el yo lírico cuestiona la pérdida de valores, la pérdida de la identidad nacional.
A esta temática corresponden poemas como el “Neopatriotismo”.
La ironía se da desde el inicio cuando exclama: ¡suficiente!, para qué mortificarnos y enredarnos la vida con una palabra tan insignificante como una “cosa”, denominada “soberanía”; ya que si los de antes aducían que a la Patria no se le ponía condiciones; los de hoy, alegan que: /Al dinero/, /no se le pone .../ objeciones, pues, con el dinero todo se compra.
Otro tanto ocurre con “Presagio”, poema conformado por ochos versos libres, donde el ritmo lo alcanza con el empleo del encabalgamiento y la enumeración donde la ironía se aprecia en la construcción del primer verso: “Por los vientos”. El yo lírico, utiliza una expresión popular, donde contrasta la naturaleza personificada /vientos que soplan/ con la realidad /las generaciones del 2000/. La manera de cómo se están donde las negociaciones lo lleva a pensar en que la historia continuará con el final abierto: /Por los vientos/, /que soplan/, /en el Canal/, /las generaciones del 2000/, /también tendrán fuentes/, /soldados/, /tanques/, /aviones/.
En “Cosas veredes Sancho” el hablante lírico con decepción, observa cómo la lucha por la soberanía se desvanece, donde los jóvenes de ayer, quienes con la cabeza caliente /cara descompuesta/ tiraron /la primera piedra/; sin embargo, nuestros gobernantes de hoy /ponen/, con gran serenidad, /la primera piedra/; pero, no en el /acto oficial/, sino en /la obra oficial/.
El yo lírico caracteriza a los hombres de ayer y los compara con los de hoy. Esto lo logra con el empleo de adjetivos descriptivos, en posición posterior al hombre /cabeza - caliente; cara descompuesta/ dos elementos que se entrecruzan /caliente - descompuesta/ así era la cara de los mártires, quienes lucharon por la soberanía. Y, si ellos tiraron piedras al acto oficial; los de hoy, ponen una piedra a la obra oficial.
La construcción preposicional cambia la intencionalidad, ya de un complemento directo y otro circunstancial de modo, regidos por el verbo /tiraron/; pasa a ser, en la segunda estrofa, un complemento preposicional compuesto por uno directo y otro del nombre, así /la primera piedra/ pasa a ser un elemento inherente /de la obra oficial/ donde se trasluce cómo esa piedra es sólo un eslabón de una obra macro, de una gran pirámide que nadie sabe hasta dónde llegará. Una obra construida por un hombre, en un momento histórico que va en contra de una lucha generacional que comenzó en 1503.
La incursión en este nuevo libro de Arístides Martínez nos debe llamar a la reflexión sobre lo que somos y lo que queremos ser y para decirlo a su manera, con el poema que cierra el libro “Al derecho y al revés”, debemos saber que:
No es lo mismo
un hombre con esperanza
que la esperanza en un hombre
… … …
No es lo mismo
… … …
la libertad de pensar
que pensar con libertad
… … …
No es lo mismo
estar el pueblo en el poder
que el poder esté en el pueblo

Bibliografía:
Martínez Ortega, Arístides. Protesta sin maneras. Panamá: CEASPA

Mitos sobre la Tulivieja y la LLorona -Panamá e hispanoamérica

Hola, les presento la leyenda o mito de La Tulivieja, la LLorona tanto la versión panameña como la de Venezuela, México, Costa Rica.
Sería interesante leerlas y observar las diferencias y semejanzas entre ellas.
Luego, podemos comentarlas y ¿si conoces alguna otra, compártela con nosotros?








LA LLORONA
La Llorona es el nombre de una leyenda de origen mexicano que se reproduce en diversos países de Hispanoamérica; principalmente en países del Norte y Centroamérica, como Costa Rica, El Salvador, Panamá y Guatemala; y de Sudamérica, países como Chile, Colombia, Ecuador, Venezuela, Argentina y Uruguay.
Leyenda mexicana - La Llorona es la leyenda más conocida de México y también es la más difundida actualmente. Antecedentes históricos: La caída de Tenochtitlán - El imperio mexica era el que dominaba en gran manera el área de México. Guiados por una leyenda que decía que los dioses elegirían para que se asentaran un lugar, mediante la señal de un águila de pie sobre un nopal en medio de un lago devorando una serpiente, llegaron a donde actualmente está la Ciudad de México, Distrito Federal, y allí vieron el signo en medio de una amplia laguna. Allí, sobre las aguas, erigieron la vasta ciudad de Tenochtitlán. Con los años, los españoles llegaron a tierras mexicanas. Comandados por Hernán Cortés, tomaron la ciudad de Tenochtitlán, dejándola en ruinas, y asesinando a los emperadores Moctezuma y Cuauhtémoc. Cortés fundó sobre la desolación la actual ciudad de México, hoy el Distrito Federal.

El lamento de los espíritus - Cada noche, era designado un toque de queda, que era marcado por las campanas del templo católico. Ese toque se daba más o menos a las once de la noche (veintitrés horas).Luego de que ciudad de México fuera fundada y habitada, a tardías horas, postreras al toque de queda, se comenzaron a oír los llantos y gritos angustiosos de una voz sobrenatural, una mujer, que recorría la colonia española en su integridad y desaparecía misteriosamente antes del alba. Luego de que el suceso se repitiera por varias noches, los vecinos comenzaron a preguntarse quién sería esa mujer y qué pena la ahogaría. Asomándose a las ventanas, o bien saliendo valientemente, distinguieron una mujer vestida de blanco, con un velo, flaca y macilenta, que se arrodillaba mirando a Oriente en la Plaza Mayor, y al seguirla, se desvaneció entre la bruma al llegar al lago de Texcoco. También se dice que se ha escuchado su lamento en varias ubicaciones más alrededor del país.

¿Quién era y por qué lloraba?
La Malinche traduce la lengua de los mexicas a Cortés. Lienzo Tlaxcala Siglo XV. Diversas teorías se formularon alrededor de la fantasmagórica desconocida, pero por la cualidad de estar siempre tan tremendamente afligida se le comenzó a llamar popularmente la Llorona. Se decía que era una mujer indígena, enamorada de un caballero español o criollo con quien tenía tres niños. Sin embargo, él no formalizaba su relación, sólo se limitaba a visitarla y evitaba su compromiso de casarse con ella. Tiempo después, el hombre se casa con una mujer española de la sociedad, por resultar un enlace más conveniente. Al enterarse de ello, la Llorona enloqueció de dolor y mató a sus tres hijos en el río para luego suicidarse al ver lo que había hecho. Desde entonces pena y se le oye gritar "Ay, mis hijos". Suele encontrársele en el río, recorriendo el lugar donde murieron sus hijos y ella.

Su leyenda en otros países -
En Chile
Igualmente, es una leyenda importante, y al igual que la Calchona, la viuda y la Condená, es uno de los personajes de leyenda femeninos más característicos del Folclore y mitología chilena; abarcando la difusión de su leyenda principalmente desde la zona central, hasta Chiloé en la zona sur de Chile. Las diferentes leyendas chilenas sobre la Llorona van desde algunas versiones muy semejantes a la mexicana, a hasta versiones muy particulares del Folclore chileno. Las versiones chilenas definen al espectro como el espíritu de una mujer que busca a su hijo, caracterizándose por ser un espíritu que tiene una relación especial con la muerte. Leyenda - La versión de la leyenda más propiamente chilena cuenta que La Llorona, tendría el nombre de la Pucullén (del mapudungún külleñu: "lágrimas" y pu: "plural"). Se dice que llora eternamente porque su hijo fue arrebatado de sus brazos a muy corta edad. Sería una presencia fantasmal femenina vestida de blanco que solo sería visible por la gente que está cercana a la muerte, por personas con habilidades especiales como las Machis o los Calcus, o por los animales que tienen los sentidos más agudos, entre ellos los perros, razón de por qué estos últimos realizan lastimeros aullidos para anunciar la presencia de este ser.
Ella sería una guía de los muertos, la cual indicaría, con sus pasos y llantos, el camino que debe recorrer el muerto, para dirigirse desde su morada terrenal hacia el más allá. Se dice que ella lloraría por todos los familiares del difunto, para que todos ellos se consuelen pronto de la pérdida; además de evitar que el espíritu del muerto decida ir a penarlos, desconforme por las pocas de lágrimas y sentimientos que puedan provenir de sus parientes. Igualmente a través de sus abundantes lágrimas, mediante un cristalino charco formada con ellas, podría señalar el sitio preciso en el campo santo, donde debe abrirse la fosa para depositar el féretro.
Se dice que si esto sucede, la tierra necesaria para cubrir el féretro debe ser toda la necesaria para ello, ya que si ella faltara, sucedería que antes de cumplirse un año, moriría un familiar del difunto. Otras versiones igualmente cuentan que La llorona es capaz de estremecer los corazones de quienes escuchan sus horribles lamentos, y tiene la terrible característica de robar hijos ajenos, como una venganza o equívoco producto de perder a su hijo. Igualmente se dice que con su mágico llanto, ella sería capaz de hipnotizar a hombres que deambulan solos en altas horas de la madrugada; el motivo de ello sería para pasar la noche con ellos y así apaciguar su eterna e infinita pena, despertando el hombre sin pantalones al día siguiente.

Costa Rica -
Junto con el Cadejos y la Cegua la Llorona es la más famosa de las leyendas costarricenses.Las leyendas costarricenses sobre la Llorona definen al espectro como la mujer que busca a su hijo en cualquier lugar con agua(ríos, charcos...), debido a que éste murió ahogado. Leyenda - La versión más extendida habla que ella quedó embarazada sin haberse casado, y por ello, abortó y lanzó al bebé a las aguas de un río, ahogándolo. Hecho esto, fue castigada por Dios, y volviose loca, buscando al niño eternamente.
Éste se le aparece entre el instrumento de su muerte, pero cuando lo va a recoger se desvanece. Se dice, entonces, que la Llorona pena su infanticidio buscando eternamente a su primogénito, asesinado por ella misma. Una interesante variación de la leyenda recogida por Elías Zeledón, narra el infanticidio de otro modo: Tulirá era una hermosa joven, hija del cacique de la tribu de Pacaqua, el Quezaro Colla-Huaco, que era de ascendencia inca en línea recta de Manco Cápac. En esta versión, Tulirá se enamora de un soldado de Juan Vázquez de Coronado, y tiene una hija con él. Colla-Huaco lo descubre, arroja a la niña a un río, y maldice a Tulirá: deberá vagar eternamente buscando al fruto de su amor prohibido. Esta leyenda es en cierta forma similar a la mexicana que vincula a La Malinche con el espectro, patrimonio compartido de ambos pueblos.

Panamá -
En Panamá la leyenda de "La Llorona" es el cuento folklórico más popular del país. No hay ningún niño panameño que no haya crecido escuhando este cuento de sus padres o abuelos. En este país centroaméricano existen dos versiones de la leyenda. "La Tulivieja" muy popular en las provincias centrales y "La Tepesa" oriunda de las comarcas indigenas y muy popular en las tierras altas de la provincias de Veraguas y Chiriquí. De acuerdo a ambas leyendas, tanto "La Tulivieja" como "La Tepesa" es un espantoso ser que se aparece denoche cerca de los ríos y quebradas buscando a su hijo perdido. Hay muchos que opinan que es la misma aparición sólo que con diferente nombre dependiendo de la región.

La Leyenda - De acuerdo a la tradición panameña "La Tulivieja" era una hermosa y joven mujer. Ella tenía la fama de ser muy parrandera y no se perdía ninguna fiesta que se celebraba en su pueblo. Al dar a luz a su primer hijo su marido le prohibió que siguiera yendo a las fiestas y le ordenó que se quedará en casa cuidando al bebé. En una ocasión aprovechando que el esposo estaba en un viaje de negocios la chica decide irse a un baile con su hijo en brazos. Para evitar que el hijo le estorbara lo abandonó camino a la fiesta. Lo colocó debajo de un palo de mango que estaba a la orillas de un río. Ella tenía las intensiones de volverlo a buscar después del baile. Esa noche una fuerte tormenta azotó el pueblo y arrastró a su hijo por el río. Cuando ella regresó a buscarlo ya no lo encontró y comenzó a llorar arrepentida por el grave error que había cometido. Dios la castigó por su irresponsabilidad y la transformó en un ser horripilante con agujeros en su cara, cabellos largos hasta los pies, sus pies se le viraron y se transformaron en patas de gallina. Desde entonces anda vagando por la eternidad buscando a ese hijo perdido. La versión de "La Tepesa" se remonta a la conquista en dónde un español enamoró a una hermosa joven indígena de la comarca Gnobe Bügle y la dejó embarazada. La joven para que nadie en su tribu se percatara de su falta escapó hacía lo más profundo de las montañas y cuando nació su hijo lo ahogó en un río. Dios al ver la salvajidad cometida le habló desde lo alto y la maldijo para toda la vida: "ESE PECADO TE PESA Y TE PESARÁ HASTA LA ETERNIDAD Y DESDE AHORA LLORARÁS PARA PAGAR TU CULPA" y la transformó en el espantoso ser que igual que "La Tulivieja" anda vagando por los ríos y quebradas llorando arrepentida de su pecado.

Venezuela -
En Venezuela también se ha gestado la leyenda a lo largo de la nación, la versión venezolana se pierde en el folclore llanero dando paso a un relato contado de generación en generación en muchos rincones de la nación, corridos (música autóctona de los llanos) hablan del relato, localmente llamada "La Sayona", que no debe ser confundida con "La Llorona", pues la primera aparece solo a los hombres parranderos y que gustan de estar de fiesta en fiesta.
Cuenta la leyenda venezolana que la Llorona, es un alma en pena de una mujer muy jovencita que tuvo amores con un soldado. De esos amores quedó embarazada de una niña, la cual dio a luz, aun siendo muy jovencita. El soldado la abandono y ella, como no tenía idea de cómo criar a un infante, en un momento de desesperación ocasionado por el llanto de la niña, la mató con sus propias manos. Cuando la joven vio lo que había hecho, comenzó a llorar y a gritar fuertemente, lo que atrajo a los vecinos y familiares, quienes al ver lo sucedido la maldijeron. Ella desesperada salió corriendo hacia el llano y se convirtió en espanto. Siempre está llorando y cuando entra a los poblados dicen que llama a su hija. Se sabe que roba niños que estén solos, ya sea en sus casas o en las orillas de ríos o quebradas.









http://www.bibliotecasvirtuales.com/biblioteca/Narrativa/leyendas/index.asp
http://blogs.periodistadigital.com/herejiasysilencios.php/2009/02/18/p219392
por : Anonymous Autor : Narración panameña http://es.shvoong.com/books/mythology/1632548-la-tulivieja-leyenda-paname%C3%B1a/
http://www.chispaisas.info/mitos13.htm
http://mimosa.pntic.mec.es/ajuan3/enlite/hisp_pai.htm






Leyendas Panameñas: La Tulivieja
18.02.09 @ 22:37:20. Archivado en Cultura, Ficción
http://blogs.periodistadigital.com/herejiasysilencios.php/2009/02/18/leyendas-panamenas-la-tulivieja

La mitología panameña se ha formado con el paso del tiempo y los residuos de las leyendas que durante se narraban en los pueblos del interior de la República. La herencia española ha sido muy influyente en este sentido.
Una de las más conocidas es la de la Tulivieja, un espanto que aparece en los campos y que vaga por la eternidad en busca de su hijo perdido.
Cuenta la historia que ella era una mujer muy hermosa, una chola campirana que vivía en lo que es hoy es la región de Azuero.
En ese sitio se había instalado un cuartel de los soldados hispanos. Uno de ellos, un capitán de buen aspecto, rubio y de ojos azules, alto y robusto, se enamora de la joven cuyo nombre nos ha sido negado por la leyenda. Le seduce el macho con su porte y sus maneras y ella sucumbe a los encantos del gallardo militar ibérico.
No tarda mucho el oficial en poseer a la campesina. La conduce una tarde al río y allí le hace perder no solo el honor, sino también el sentido común. Queda embarazada y cuando lo quiere hacer saber a quien ha sido su conquistador el hombre es trasladado a otro emplazamiento.
Al poco tiempo da a luz a un hermoso varón. El niño tiene los ojos del progenitor y la mirada salvaje de la madre. Sus cabellos son oscuros como una noche de invierno y su piel es del color de la canela.
A las pocas semanas retorna el galán a cumplir una misión y encuentra otra vez a la mujer en la fuente donde la ha visto la primera vez. Se acerca con la cautela del depredador y con sus mañas y artes viriles vuelve a conquistarla.
Ella le anuncia su paternidad con una sonrisa de oro. El hombre con su yelmo en la mano no articula palabra. Intenta conformar un pensamiento de rechazo, pero los encantos de la hembra del campo le vuelven a doblegar.
La joven ha debido enfrentar a los suyos quienes la consideran indigna y sucia por haberse atrevido a parirle a un soldado de ocupación.
Pero entre el amor y el deseo a veces no hay mucha diferencia. Ella reverbera por dentro, su sangre se torna en miel, sus ojos son dos rubíes oscuros, su piel vibra como la tormenta anunciada en las hojas de los almendros.
Se citan en el mismo lugar, a la orilla del río. El nombre de este caudal es desconocido y pudo haber sido cualquiera de los que bañan esta tierra.
El hombre llega vestido con su traje de lujo, la espada al cinto, el casco sobre la noble cabeza, cuyas formas parecen sugerir una mezcla de la herencia celta y mora.
Ella se presenta con su faldón rojo, con su blusa blanca y una flor prendida en el azabache del cabello suelto. No luce afeites, pero el rubor que le produce la proximidad de su amado le pinta de granate las mejillas y los labios.
Se encuentran y se funden en un abrazo. Se enfrascan en un poderoso beso, casi asfixiante. Las manos del soldado vuelan como alcatraces. Los labios son de vampiro sediento de fresca sangre y el corazón le salta en las sienes.
Sobre un peñasco junto al río, una cesta contiene al hijo de ambos que, silencioso hasta el momento, espera la mirada y la caricia del padre.
Pero el furor de la entrega es más poderoso. Ella intenta decirle antes que allí está el fruto de su relación, pero él apaga su voz con un beso. Ella cae a los abismos de la pasión más frenética y se olvida del vástago, mecido ahora por un brazo de agua que ha socavado la roca y lo ha depositado en la corriente.
Caen sobre ellos florecillas amarillas, hilachas de nubes y perlas del rocío de un crepúsculo que avanza. La posesión ha sido poderosa. Dos potros jóvenes, dos animales briosos gimiendo y poseyéndose con voracidad.
Cuando todo termina yacen sobre sus espaldas y miran el cielo. Una estrella se asoma con su rostro de fuego. Ella se ha olvidado que en la tierra se encontraba su hijo, ahora arrastrado por la corriente, río abajo, hacia la caída de agua que se explaya sobre rocas y bajíos.
Se levanta la mujer y camina embelesada, dedica a su amante una mirada de miel y él, ceñudo y marcial, se levanta y se sacude el polvo y la paja. Entonces el grito, el alarido, el llanto desconsolado que hace eco en los cerros y en las grutas.
No está ya el pequeño, ha sido devorado por las aguas mientras ella saciaba su femenil deseo. No lo encuentra y grita como loca. En tanto, el soldado ha desaparecido entre la espesura y la deja sola consumida por las tinieblas de la desesperación.
La historia concluye diciendo que la muchacha vagó por la orilla del río hasta extraviarse. Algunos alegan que murió ahogada, otros que se suicidó clavándose un puñal.
Según los lugareños, ella vaga por las noches en busca de su hijo y llora poseída por un dolor inconcebible. Se le ha visto vagar por los sitios cercanos a los ríos y quienes dicen haberla visto, afirman que es un monstruo horroroso de largos cabellos, con el rostro carcomido por la lepra, los ojos velados, la boca hinchada y con unos enorme colmillos sobresaliéndole. En lugar de pies tiene pezuñas de cabra y sus manos son como garras. Gime como un animal acorralado.
En su desesperación por encontrar a su hijo, dice la tradición, se lleva consigo a los niños que encuentre desprotegidos, aunque estén en sus casas. Dicen que también persigue a los varones hasta el síncope o la locura.

martes, 3 de noviembre de 2009

Bienvenidos

Hola, este blog es para que podamos compartir sobre la cultura tanto panameña como hispanoamericana y universal.
Espero que ustedes me ayuden a enriquecerlo.
Nimia