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sábado, 26 de junio de 2010

SOBRE EL “CUARTO VIAJE DE CRISTÓBAL COLÓN POR LA RUTA DE LAS TORMENTAS”, DE DIÓGENES CEDEÑO CENCI





















SOBRE EL “CUARTO VIAJE DE CRISTÓBAL COLÓN POR LA RUTA DE LAS TORMENTAS”, DE DIÓGENES CEDEÑO CENCI

*Por: Nimia Herrera Guillén

El pasado martes 28 de enero, se presentó, en el Salón de Profesores “Manuel Octavio Sisnett”, de la Facultad de Humanidades de la Univesidad de Panamá, la última obra escrita por el Dr. Diógenes Cedeño Cenci, quien desde su perspectiva humanista, desentrañó una de las narraciones más enrevsadas que hay la “Carta de Jamaica” de Cristóbal Colón, con la que se da inicio al estudio de las letras nacionales.
Esta “Carta” que ha pasado inadvertida durante muchísimos años y, por qué no, siglos, guardan elementos importantísimos sobre nuestro quehacer histórico-literario. De ahí el interés del Dr. Cedeño Cenci de efectuar un estudio histórico-crítico-literario de tan importante epístola del siglo XVI.
En esta interesante e importantísima obra, el citado autor hace una desconstrucción de la “Carta de Jamaica”, utilizando el método PERSIA, de Bertolt Brech, que “consiste en analizar no sólo la historia, sino todas las actividades humanas desde una serie de puntos de vista ...Esos puntos de vista son el Político, el Económico, el Religioso, el Social, el Intelectual y el Artístico” (Cedeño Cenci. p.6). Por tal motivo, la historia no se queda estancada en la época en que la fue escrita, sino que es actualizada: la historia es la de ayer y la de hoy, fundida en un solo haz recurrente, con un campo semántico homogéneo que le permite al lector una visión más amplia y coherente de nuestro pasado histórico.
Pero, realmente, el objetivo del presente análisis es tratar sobre una de las tesis planteadas por el Dr. Cedeño Cenci en su obra y es la que trata sobre el origen judío del Almirante, temática que ha sido motivo de gran preocupación y que ha llevado a numerososos estudiosos colombinos a escribir grandes y voluminosos textos. Acota el autor, que Colón procedía de una familia judeo-catalana, por eso era la desperación del Almirante por hallar las minas de oro del Quersonesus Áureo, el Ofir, el Tarsis, que le permitirían cumplir su otra misión en la tierra: la reconstrucción del Templo de Jerusalén, la “Casa”, la que había sido construida en gran parte de oro por el rey Salomón.
A lo largo de toda la “Carta de Jamaica”, el Almirante reiteraba sobre la otra misión que debía llevar adelante, la cual ya había sido anotada en el Diario del Primer viaje y en su Testamento; además, de las alusiones a Salomón: “...y si Cristóbal Colón tenía ascendencia judía, se comprenderá entonces por qué insistía en que parte de las rentas que produjera se invirtiera en la reconquista de los Santos Lugares” (Cedeño Cenci, p. 47). Esta tesis planteada por el autor tiene fundamento y puede ser ratificada con los escritos del mismo Colón, quien debido a su origen judío, se creía el “predestinado”. Su otro deber sería unir a los judíos en un solo terrotorio, de ahí la alusión constante a los libros del Antiguo Testamento y a su narración apocalíptica. El Almirante, entre líneas, aludió a su origen, cuando dijo, casi al inicio del Diario del Primer viaje: “así que, después de haber echado fuera a todos los judíos de todos vuestros reinos y señorío, en el mismo mes de enero mandaron Vuestras Altezas a mí que con armada suficiente me fuese a las dichas partidas de Indias... (Colón, p.16). La connotación de la frase en el mismo mes de enero puede tomarse como punto referencial de su origen judaico, lo que también se sustenta con la alusión a personajes bíblicos, quienes habían sido escogidos por el Señor, para que cumplieran con la misión de formar el hoy Estado de Israel, donde sería edificada la Casa de Yavé, y para siempre. Hecho que, circunstancialmente, coincide con el cambio del siglo XV al XVI, donde por lo general está la incertidumbre de lo que ocurrirá en vísperas de un nuevo siglo. Cristóbal Colón se veía a sí mismo como el “escogido”, pues, si ya había tenido la dicha de llegar a un Mundo Nuevo, a las Indias Occidentales, ahora sólo le tocaba arribar al Oriente, a cumplir con el “otro negocio famosísimo que está con los brazos abiertos llamando, extranjero ha sido fasta ahora”. (Colón, pp. 202 y 203)
El Almirante, por su lado, se consideraba a sí mismo el “Mesías”, por lo que creía -reitero- que la otra misión en la tierra era la reconstrucción de la Casa de Yavé, el Templo de Salomón, por eso la expresión: “David en su testamento dejó tres mil quintales de oro de las Indias á Salomón para ayudar a edificar el templo...”, proposición parecida a la escrita por Colón en su Testamento, fechado el 22 de febrero de 1498, cuando dio instrucciones a su hijo D. Diego, lo mismo que hizo Salomón con su hijo David:
...y porque al tiempo que yo moví para ir a descubrir las Indias fui con intención de suplicar al Rey y a la Reina Nuestros Señores que de las rentas que se determinase de la gastar en la conquista de Jerusalén[...]y si no, que todavía esté el dicho D. Diego o la persona que heredare de este propósito de ayuntar el más dinero que pudiere para ir con el Rey Nuestro Señor, si fuere a Jerusalén a le conquistar[...](Colón, p. 213.)

En el diario del Primer viaje, Colón también alude a esta petición cuando dijo:
...había de hallar un tonel de oro que habrían hallado la mina del oro y la espicería, y aquella en tanta cantidad que los Reyes antes de tres años emprendieron y aderezasen para ir a conquistar la Casa Santa...que toda la ganancia de esta mi empresa se gastase en la conquista de Jerusalén[...](Colón, pág. 113)

En ambos textos bíblicos, el Señor prometió que reafirmaría el poder de David, incluso después de muerto, que su reino sería para siempre y que sus hijos heredarían su fama y su poder. A Cristóbal Colón también le habían hecho promesas similares, en lo concerniente a la fama y a las riquezas. El Almirante quería recriminar a los Reyes Católicos el no haber cumplido con lo pactado al momento de salir, en el Primer viaje, de ahí el intertexto con libros bíblicos, donde Dios prometió a David hacerlo famoso entre los grandes y su reino estaría firme hasta la eternidad y su trono sería afirmado para siempre.
En el pasaje bíblico fue Dios quien le prometió a David hacerle una “casa”, no una material sino una dinastía, un reino; es decir, el pacto de Dios con David era que Él le prometía no sólo a él sino también a sus descendientes una dinastía, un reino que duraría para siempre y puede ser interpretado de la siguiente manera: Una casa davídica; es decir, una familia, una descendencia; un trono, con autoridad real; un reino, una esfera de dominio e influencia; a perpetuidad, para siempre. Promesa muy similar a la de los Reyes hecha a Colón, quienes le habían prometido intitularlo “Visorrey y Gobernador General de todo...y me dieron largo poder... (Colón, p.202) (ya que había descubierto las Indias) por la voluntad de Dios...sudando sangre...” (Colón, p. 194) De ahí que a lo largo de la “Carta de Jamaica”, se cuestione insistentemente a los Monarcas y se ponga como ejemplo a los personajes bíblicos.
Si tomamos en cuenta el modelo mesiánico de Colón, basado en el paradigma de la historiografía cristiana, el Rey era el aliado de Dios en la tierra, donde Dios era la cabeza verdadera de la comunidad y el Rey su criado en la tierra, y todo se cumplía por designios divinos. Si esto era así, y Colón consideraba que los Reyes (representantes de Dios en la tierra) no habían cumplido con lo estipulado, que era parecido a lo que le había sido prometido a David, entonces no cabe la menor duda de que el Almirante se creía un “instrumento divino”; por lo tanto, debía llamar la atención de la Corona, de ahí el intertexto a lo largo de toda la “Carta”, y que la tesis planteada por el Dr. Cedeño Cenci se sustenta con los mismos escritos del Almirante, quien, para mí, nunca ocultó su origen judaico y que los Reyes lo sabían; pero, era una realidad insoslayable de que lo necesitaban para tan duro y deseperado anhelo de llegar, antes que los portugueses a las Indias y tener el monopolio de las especias que se producían en el lejano Oriente.

*La autora es docente del Departamento de Español de la Universidad de Panamá.



Colón se consideraba el siervo de Cristo, el “ungido”, el preordenado para ese llamado; al igual que lo escrito por Isaías, puesto que, Dios siempre cumple sus promesas y había ejemplos concretos como el de Abraham y Sara, quienes procrearon a muy avanzada edad y sus hijos reivindicarían la palabra, de ahí la manera como la expresión /no temas, confía/. Colón, como el personaje bíblico, recorrió muchas tierras, donde llevó la fe de Cristo. En sendos textos, mediante el empleo de las variantes pronominales, se reafirma el poder de Dios y sólo Él dispone de todo,, y las da a quien quiere; por lo tanto, hay similitud en las expresiones: “yo te elegí; yo te llamé; te he llamado; te daré los tesoros; te he formado; te he destinado”. En la “Carta”, Colón, dice: “te las di por tuyas; tú las repartiste; te dio el poder; te dio las llaves”; (Colón, p.196) además, en ambos aparece la frase alentadora /no temas/. En lo referente a la expresión aparecida en la “Carta”, “De los atamientos de la mar océana que estaban cerradas con cadenas tan fuertes, te dio las llaves...” (Colón, p.196). En Isaías, Dios responde y dice: “destrozaré las puertas de bronce y romperé las trancas de hierro...” Hay, en ambos textos, un haz recurrente, con el uso de vocablos con la misma carga semántica: /cadenas tan fuertes/, o sea, piezas de acero muy fuertes cuyas trancas fueron abiertas por manos especiales, sobrenaturales. La connotación es similar, pues, Dios, es quien custodia todo y es el único capaz de desentrañar todos los misterios del mundo, especialmente, el descubrimiento de un Nuevo Mundo, de donde le serían dados los “tesoros secretos y las riquezas escondidas....” y sería conocido en muchas tierras, y sería famoso, sentencia que creyó haber cumplido al descubrir un mundo nuevo, en donde se enseñaría la fe de Cristo y se hallarían todas las riquezas necesarias para llevar la palabra de Dios al Oriente (Emperador de Catayo), como ya estaba ocurriendo en el Occidente, deseo que aparece en el versículo 59:19, y el versículo 60:10 “los extranjeros reedificarán tus muros...” de Isaías. Este nogocio sería realizado por un “extranjero”, Cristóbal Colón.
Para finalizar, Colón, como todos los “ungidos” por Dios vino al mundo a cumplir una misión y esto aparece en los libros bíblicos citados; pero, además se encuentra en el Libro de Jeremías, con la misma connotación, “Antes de formarte en el seno de tu madre ya te conocía; antes de que tú nacieras, yo te consagré, te destiné a ser profeta de las naciones”. (Jeremías, 1:5)

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