Páginas


sábado, 26 de junio de 2010

El siglo de los 500 años por Diógenes Cedeño Cenci

EL SIGLO XXI Y LOS QUINTOS CENTENARIOS DEL ISTMO DE PANAMÁ
*Por: Diógenes Cedeño
Cenci
Presidente de la Fundación Cultural de las Américas


El final del siglo XXI trajo para Panamá la culminación de una lucha por la liberación del Istmo, que se inició en el año de 1503, cuando el Quibián, el heroico cacique de la comarca veragüense, levantó a sus huestes para expulsar de sus tierras al Gran Almirante de la Mar Océana, Cristóbal Colón, quien intentó sentar plaza en las tierras caribeñas istmeñas, con la fundación de Santa María de Belén, primer asentamiento europeo, aunque de vida efímera, en Tierra Firme americana.
La recuperación a nuestro territorio de la franja canalera, el año pasado, marca el fin de esa lucha por la liberación nacional iniciada por el caudillo indígena veragüense.
El advenimiento del siglo XXI, con un Panamá libre y soberano, nos impone ahora el fortalecimiento de nuestra identidad nacional, afectada en otras esferas, por centrar nuestra lucha en la recuperación del área canalera.
Y este nuevo milenio se nos presenta oportuno, desde el punto de vista histórico, para rescatar y fortalecer los cimientos de nuestra identidad nacional y cultural.
Primero que todo conviene resaltar en toda su extensión, el legado istmeño de la época precolombina. Para Juan B. Sosa y Enrique J. Arce, la principal masa de pobladores de nuestra patria, se componía de nahuas, mayas y caribes. Vivían de la agricultura, de la pesca y de la caza. Algunas tribus fabricaban de barro diversas vasijas de uso doméstico, instrumentos de música y objetos de adorno. Hay, pues, todo un legado cultural, que constituye la base de nuestra identidad nacional, aportado por nuestros anntepasados indígenas; pero esa cultura se resquebrajó con la llegada de los conquistadores a nuestra tierra istmeña. Luego vino el aporte de otras etnias, sobre todo la africana y, Panamá, por su privilegiada situación geográfica, se convirtió en un crisol de razas, cuyos aportes culturales constituyen la razón del ser del panameño.
Dentro de todo este recorrido cultural, la época en donde más se afianzará la identidad del panameño lo es en la del descubrimiento y colonización del Istmo. Hechos tan trascendentales, que se dieron en ese periodo, no pueden pasar inadvertidos para nuestros historiadores. En algunos de ellos se cumplirá próximamente el V Centenario de su acontecer, lo que representa un rico filón para la exaltación de nuestra identidad nacional. Veamos algunos de esos acontecimientos, que muy pronto arribarán a los 500 años de su existencia.

1. 1501. Descubrimiento del Istmo de Panamá por el Escribano, Rodrigo Galván de Bastidas.
2. Octubre de 1502. Descubrimiento de Bocas del Toro, por Cristóbal Colón.
3. Noviembre de 1502. Descubrimiento de la Bahía de Portobelo y Bastimentos, llamado posteriormente Nombre de Dios, por Diego de Nicuesa.
4. 1503. Fundación de Santa María de Belén, que aunque de existencia efímera, fue el primer establecimiento europeo levantado en Tierra Firme americana.
5. 1503. Primera lucha por la liberación indígena no sólo en el Istmo de Panamá, sino en el continente americano, por el Quibián veragüense, quien derrotó a los expedicionarios del Almirante Cristóbal Colón, en Santa María de Belén.
6. 1510. Fundación de Santa María la Antigua del Darién, por Martín Fernández de Enciso.
7. 25 de septiembre de 1513. Descubrimiento del Mar del Sur, por Vasco Núñez de Balboa.
8. 1515. Fundación de Acla o provincia de los huesos, por Pedrarias Dávila.
9. 15 de agosto de 1519. Fundación de la ciudad de Panamá, por Pedrarias Dávila.
10. 1520. Fundación de Natá de los Caballeros, por el Lic. Gaspar de Espinosa.
11. 20 de febrero de 1597. Fundación de San Felipe de Portobelo.

Como se observará, el nuevo milenio que se ha iniciado, nos trae un abanico de acontecimientos históricos cuyos 500 años de existencia constituyen un valioso legado para enriquecer la génesis de nuestra identidad nacional, los cuales no pueden ni deben pasar inadvertidos , sino por el contrario, debemos conmemorarlos con gran solemnidad.



Diógenes Cedeño Cenci: entre Cristóbal Colón y el Quibián veragüense

SOBRE EL “CUARTO VIAJE DE CRISTÓBAL COLÓN POR LA RUTA DE LAS TORMENTAS”, DE DIÓGENES CEDEÑO CENCI





















SOBRE EL “CUARTO VIAJE DE CRISTÓBAL COLÓN POR LA RUTA DE LAS TORMENTAS”, DE DIÓGENES CEDEÑO CENCI

*Por: Nimia Herrera Guillén

El pasado martes 28 de enero, se presentó, en el Salón de Profesores “Manuel Octavio Sisnett”, de la Facultad de Humanidades de la Univesidad de Panamá, la última obra escrita por el Dr. Diógenes Cedeño Cenci, quien desde su perspectiva humanista, desentrañó una de las narraciones más enrevsadas que hay la “Carta de Jamaica” de Cristóbal Colón, con la que se da inicio al estudio de las letras nacionales.
Esta “Carta” que ha pasado inadvertida durante muchísimos años y, por qué no, siglos, guardan elementos importantísimos sobre nuestro quehacer histórico-literario. De ahí el interés del Dr. Cedeño Cenci de efectuar un estudio histórico-crítico-literario de tan importante epístola del siglo XVI.
En esta interesante e importantísima obra, el citado autor hace una desconstrucción de la “Carta de Jamaica”, utilizando el método PERSIA, de Bertolt Brech, que “consiste en analizar no sólo la historia, sino todas las actividades humanas desde una serie de puntos de vista ...Esos puntos de vista son el Político, el Económico, el Religioso, el Social, el Intelectual y el Artístico” (Cedeño Cenci. p.6). Por tal motivo, la historia no se queda estancada en la época en que la fue escrita, sino que es actualizada: la historia es la de ayer y la de hoy, fundida en un solo haz recurrente, con un campo semántico homogéneo que le permite al lector una visión más amplia y coherente de nuestro pasado histórico.
Pero, realmente, el objetivo del presente análisis es tratar sobre una de las tesis planteadas por el Dr. Cedeño Cenci en su obra y es la que trata sobre el origen judío del Almirante, temática que ha sido motivo de gran preocupación y que ha llevado a numerososos estudiosos colombinos a escribir grandes y voluminosos textos. Acota el autor, que Colón procedía de una familia judeo-catalana, por eso era la desperación del Almirante por hallar las minas de oro del Quersonesus Áureo, el Ofir, el Tarsis, que le permitirían cumplir su otra misión en la tierra: la reconstrucción del Templo de Jerusalén, la “Casa”, la que había sido construida en gran parte de oro por el rey Salomón.
A lo largo de toda la “Carta de Jamaica”, el Almirante reiteraba sobre la otra misión que debía llevar adelante, la cual ya había sido anotada en el Diario del Primer viaje y en su Testamento; además, de las alusiones a Salomón: “...y si Cristóbal Colón tenía ascendencia judía, se comprenderá entonces por qué insistía en que parte de las rentas que produjera se invirtiera en la reconquista de los Santos Lugares” (Cedeño Cenci, p. 47). Esta tesis planteada por el autor tiene fundamento y puede ser ratificada con los escritos del mismo Colón, quien debido a su origen judío, se creía el “predestinado”. Su otro deber sería unir a los judíos en un solo terrotorio, de ahí la alusión constante a los libros del Antiguo Testamento y a su narración apocalíptica. El Almirante, entre líneas, aludió a su origen, cuando dijo, casi al inicio del Diario del Primer viaje: “así que, después de haber echado fuera a todos los judíos de todos vuestros reinos y señorío, en el mismo mes de enero mandaron Vuestras Altezas a mí que con armada suficiente me fuese a las dichas partidas de Indias... (Colón, p.16). La connotación de la frase en el mismo mes de enero puede tomarse como punto referencial de su origen judaico, lo que también se sustenta con la alusión a personajes bíblicos, quienes habían sido escogidos por el Señor, para que cumplieran con la misión de formar el hoy Estado de Israel, donde sería edificada la Casa de Yavé, y para siempre. Hecho que, circunstancialmente, coincide con el cambio del siglo XV al XVI, donde por lo general está la incertidumbre de lo que ocurrirá en vísperas de un nuevo siglo. Cristóbal Colón se veía a sí mismo como el “escogido”, pues, si ya había tenido la dicha de llegar a un Mundo Nuevo, a las Indias Occidentales, ahora sólo le tocaba arribar al Oriente, a cumplir con el “otro negocio famosísimo que está con los brazos abiertos llamando, extranjero ha sido fasta ahora”. (Colón, pp. 202 y 203)
El Almirante, por su lado, se consideraba a sí mismo el “Mesías”, por lo que creía -reitero- que la otra misión en la tierra era la reconstrucción de la Casa de Yavé, el Templo de Salomón, por eso la expresión: “David en su testamento dejó tres mil quintales de oro de las Indias á Salomón para ayudar a edificar el templo...”, proposición parecida a la escrita por Colón en su Testamento, fechado el 22 de febrero de 1498, cuando dio instrucciones a su hijo D. Diego, lo mismo que hizo Salomón con su hijo David:
...y porque al tiempo que yo moví para ir a descubrir las Indias fui con intención de suplicar al Rey y a la Reina Nuestros Señores que de las rentas que se determinase de la gastar en la conquista de Jerusalén[...]y si no, que todavía esté el dicho D. Diego o la persona que heredare de este propósito de ayuntar el más dinero que pudiere para ir con el Rey Nuestro Señor, si fuere a Jerusalén a le conquistar[...](Colón, p. 213.)

En el diario del Primer viaje, Colón también alude a esta petición cuando dijo:
...había de hallar un tonel de oro que habrían hallado la mina del oro y la espicería, y aquella en tanta cantidad que los Reyes antes de tres años emprendieron y aderezasen para ir a conquistar la Casa Santa...que toda la ganancia de esta mi empresa se gastase en la conquista de Jerusalén[...](Colón, pág. 113)

En ambos textos bíblicos, el Señor prometió que reafirmaría el poder de David, incluso después de muerto, que su reino sería para siempre y que sus hijos heredarían su fama y su poder. A Cristóbal Colón también le habían hecho promesas similares, en lo concerniente a la fama y a las riquezas. El Almirante quería recriminar a los Reyes Católicos el no haber cumplido con lo pactado al momento de salir, en el Primer viaje, de ahí el intertexto con libros bíblicos, donde Dios prometió a David hacerlo famoso entre los grandes y su reino estaría firme hasta la eternidad y su trono sería afirmado para siempre.
En el pasaje bíblico fue Dios quien le prometió a David hacerle una “casa”, no una material sino una dinastía, un reino; es decir, el pacto de Dios con David era que Él le prometía no sólo a él sino también a sus descendientes una dinastía, un reino que duraría para siempre y puede ser interpretado de la siguiente manera: Una casa davídica; es decir, una familia, una descendencia; un trono, con autoridad real; un reino, una esfera de dominio e influencia; a perpetuidad, para siempre. Promesa muy similar a la de los Reyes hecha a Colón, quienes le habían prometido intitularlo “Visorrey y Gobernador General de todo...y me dieron largo poder... (Colón, p.202) (ya que había descubierto las Indias) por la voluntad de Dios...sudando sangre...” (Colón, p. 194) De ahí que a lo largo de la “Carta de Jamaica”, se cuestione insistentemente a los Monarcas y se ponga como ejemplo a los personajes bíblicos.
Si tomamos en cuenta el modelo mesiánico de Colón, basado en el paradigma de la historiografía cristiana, el Rey era el aliado de Dios en la tierra, donde Dios era la cabeza verdadera de la comunidad y el Rey su criado en la tierra, y todo se cumplía por designios divinos. Si esto era así, y Colón consideraba que los Reyes (representantes de Dios en la tierra) no habían cumplido con lo estipulado, que era parecido a lo que le había sido prometido a David, entonces no cabe la menor duda de que el Almirante se creía un “instrumento divino”; por lo tanto, debía llamar la atención de la Corona, de ahí el intertexto a lo largo de toda la “Carta”, y que la tesis planteada por el Dr. Cedeño Cenci se sustenta con los mismos escritos del Almirante, quien, para mí, nunca ocultó su origen judaico y que los Reyes lo sabían; pero, era una realidad insoslayable de que lo necesitaban para tan duro y deseperado anhelo de llegar, antes que los portugueses a las Indias y tener el monopolio de las especias que se producían en el lejano Oriente.

*La autora es docente del Departamento de Español de la Universidad de Panamá.



Colón se consideraba el siervo de Cristo, el “ungido”, el preordenado para ese llamado; al igual que lo escrito por Isaías, puesto que, Dios siempre cumple sus promesas y había ejemplos concretos como el de Abraham y Sara, quienes procrearon a muy avanzada edad y sus hijos reivindicarían la palabra, de ahí la manera como la expresión /no temas, confía/. Colón, como el personaje bíblico, recorrió muchas tierras, donde llevó la fe de Cristo. En sendos textos, mediante el empleo de las variantes pronominales, se reafirma el poder de Dios y sólo Él dispone de todo,, y las da a quien quiere; por lo tanto, hay similitud en las expresiones: “yo te elegí; yo te llamé; te he llamado; te daré los tesoros; te he formado; te he destinado”. En la “Carta”, Colón, dice: “te las di por tuyas; tú las repartiste; te dio el poder; te dio las llaves”; (Colón, p.196) además, en ambos aparece la frase alentadora /no temas/. En lo referente a la expresión aparecida en la “Carta”, “De los atamientos de la mar océana que estaban cerradas con cadenas tan fuertes, te dio las llaves...” (Colón, p.196). En Isaías, Dios responde y dice: “destrozaré las puertas de bronce y romperé las trancas de hierro...” Hay, en ambos textos, un haz recurrente, con el uso de vocablos con la misma carga semántica: /cadenas tan fuertes/, o sea, piezas de acero muy fuertes cuyas trancas fueron abiertas por manos especiales, sobrenaturales. La connotación es similar, pues, Dios, es quien custodia todo y es el único capaz de desentrañar todos los misterios del mundo, especialmente, el descubrimiento de un Nuevo Mundo, de donde le serían dados los “tesoros secretos y las riquezas escondidas....” y sería conocido en muchas tierras, y sería famoso, sentencia que creyó haber cumplido al descubrir un mundo nuevo, en donde se enseñaría la fe de Cristo y se hallarían todas las riquezas necesarias para llevar la palabra de Dios al Oriente (Emperador de Catayo), como ya estaba ocurriendo en el Occidente, deseo que aparece en el versículo 59:19, y el versículo 60:10 “los extranjeros reedificarán tus muros...” de Isaías. Este nogocio sería realizado por un “extranjero”, Cristóbal Colón.
Para finalizar, Colón, como todos los “ungidos” por Dios vino al mundo a cumplir una misión y esto aparece en los libros bíblicos citados; pero, además se encuentra en el Libro de Jeremías, con la misma connotación, “Antes de formarte en el seno de tu madre ya te conocía; antes de que tú nacieras, yo te consagré, te destiné a ser profeta de las naciones”. (Jeremías, 1:5)

Diógenes Cedeño Cenci: un loco caballero navegante



UN LOCO CABALLERO NAVEGANTE
Hace 494 años, el 11 de enero de 1503, se da el significativo encuentro entre Cristóbal Colón el Almirante de la Mar Océana y el valeroso Quibián el señor de la Tierra en la Comarca de Veragua del istmo de Panamá. Por tanto no es casual que hoy celebremos una gala extraordinaria al presentar el singular ensayo histórico-literario:
El cuarto viaje de Cristóbal Colón por la ruta de las tormentas del Dr. Diógenes Cedeño Cenci.
DIÓGENES EL HUMANISTA
Los libros del mundo son infinitos.
José Saramago

La imaginación, la pasión, el sentimiento y la reflexión son el sustento vital de la literatura. La literatura es cosa viva, expresa el ansia de infinitos de cada ser humano y sobre todo es un peregrinaje de absurdos. El egipcio Naguib Mahfouz, Premio Nobel de Literatura, nos dice que “hay existencias como un océano” y este es el caso del Almirante Cristóbal Colón, solo que la suya es de más de un océano y eso lo descubre Diógenes Cedeño Cenci cuando con elegante prosa confronta al intrépido y audaz navegante en sus constantes naufragios interiores.

Colón tuvo un periplo de más de 67,000 millas de navegación, 7 naufragios, sobrevivió a 43 temporales y tempestades. Así lo describe Augusto Roa Bastos: “si un naufrago sobrevive una y otra vez a la cólera de los elementos, de los hombres, de los dioses, este sobreviviente se torna invencible”.
Diógenes de formación humanística y con visión integral del acontecer humano nos ofrece un extraordinario estudio geográfico, histórico, literario y psicológico de ese Quijote del mar tal como lo es Cristóbal Colón.
En el ensayo el pasado se hace presente, el hecho histórico se actualiza. El uso didáctico de las citas aclaratorias, a pie de página, busca establecer a través de los detalles el principio de Arquímedes en uno de los más enigmáticos y contradictorios personajes de la historia.
La investigación es exhaustiva y documental pero el texto supera el rigor académico, ya que Diógenes logra darle luminosidad con un estilo narrativo fluido, preciso y anímico. El universo humano es el más complejo y oscuro según el paraguayo Roa Bastos, y Diógenes Cedeño Cenci lo revela al establecer el perfil íntimo del héroe y su leyenda cuando confronta a Cristóbal Colón en sus crisis existenciales. Así vemos a un Colón frustrado, rencoroso y humillado por las adversidades, es el itinerario de sus momentos más difíciles y amargos, en su devenir de dolor.

EL ALTO Y LARGO VIAJE
Navega en un barco sin ancla, el mar es su memoria.
Nélida Piñón

En un viaje de dos años y medio en busca del Estrecho de Catigara mencionado por Marco Polo, Colón recorre el istmo centroamericano desde Honduras hasta el Archipiélago de las Mulatas. Aquí de 1502 a 1503 entra en contacto con el litoral caribe del Istmo de Panamá. Se deslumbra ante el paisaje exótico de Bocas del Toro, se maravilla ante los inmensos lagartos del Río Chagres, la bahía de Portobelo lo enamora e intenta establecer el primer asiento español en Tierra Firme en Santa María de Belén.
“La tierra se hace historia desde que el hombre la descubre” nos dice Samuel Gutiérrez y Colón le da nombre en Bocas del Toro a la Bahía del Almirante, en Veragua llama Belén al río Kiebra, al Chagres río de los lagartos, a la hermosa ensenada al oriente del Istmo la bautiza como Portobelo, al archipiélago de las Mulatas le llama Sambalas.

LA QUIMERA DEL ORO
La ambición horada las piedras y las conciencias.
Augusto Roa Bastos

En Veragua, en las tierras de Quibián, Colón descubre la primera ruta del oro americano. Y de allí nace la visión de Panamá como camino de la riqueza fácil y marca nuestro devenir. Surge así la gobernación de Castilla de Oro y luego la ruta de tránsito con las Ferias de Portobelo, el ferrocarril transístmico, los canales francés y estadounidense, la Zona Libre, el Centro Financiero Internacional, el tráfico de drogas y de armas.


LA LUCHA POR LA LIBERTAD
No tengáis miedo.
Juan Pablo II

Quibián se enfrenta a las pretensiones de Colón de establecer el primer asiento español en Tierra Firme y con su valentía hace fracasar el emplazamiento de Santa María de Belén. La actitud de Quibián recuerda El Ariel de José Enrique Rodó, pues Quibián también deja huellas de una conducta insobornable en defensa de la integración del territorio nacional bajo una sola jurisdicción.

LA CARTA DE JAMAICA
Aquí estoy arrancándome una de mis pieles vitales.
Virginia Woolf

Jamaica desde Colón a Bolívar está vinculada al destino panameño. Con fecha del 7 de julio de 1503 en carta a los reyes de España, el Almirante relata la odisea oceánica padecida en su cuarto viaje. Diógenes Cedeño Cenci analiza minuciosamente el documento tanto en la forma como en su contenido, y con la audacia de un crítico literario consciente del texto como una manifestación de fuerzas y debilidades nos ofrece un retrato patético, dramático, poético y visionario de un loco caballero navegante en perpetuos naufragios. Y en esa extraña e impresionista relación se da el primer testimonio histórico y literario del Istmo de Panamá.

REFLEXIONES CRÍTICAS
Sólo los apasionados llevan a cabo obras duraderas y fecundas.
Unamuno

Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato y Augusto Roa Bastos, entre otros escritores, afirman que un libro es bueno y auténtico cuando tiene potencia genética, su pasión creativa es semilla que florece en otras obras.
El ensayo El cuarto viaje de Cristóbal Colón por la ruta de las tormentas de Diógenes Cedeño Cenci se basta asimismo y nos induce invariablemente a patrióticas reflexiones. Y es que próximos al tercer milenio nos enfrentamos al reto de enfocar los estudios históricos con una actitud crítica y sin concesiones acomodaticias. Así nos toca considerar la fuerza anímica, de nuestra voluntad nacional, de cara a las difíciles decisiones de definir con coraje el destino colectivo de nuestro país. Y vale reiterar el ejemplo de Quibián al defender a su pueblo, cuando hoy tenemos en Panamá más Philippe Buneau Varilla que los de 1903*.
Hoy La venta del Istmo, tal como la denunció Belisario Porras en su momento histórico, es más vergonzosa pues la elite transitista, deliberadamente, ignora el sacrificio heroico de las distintas generaciones de panameños que lucharon, contra el nefasto tratado conocido como Panamá Cede. Esa lucha histórica tenía el firme propósito de integrar jurisdiccionalmente el territorio panameño como un legítimo estado soberano, libre e independiente.
Los naufragios de Cristóbal Colón nos hacen pensar en los constantes naufragios de nuestra patria, y nosotros como él, también somos intrépidos, valientes y perseverantes.
El ensayo de Diógenes Cedeño Cenci es oportuno en nuestra actual encrucijada histórica por sus significativas resonancias políticas, económicas y sociales. Diógenes Cedeño Cenci nos dignifica como nación. Leerlo y compartirlo en diálogos creativos es una necesidad de sobrevivencia.
¡Diógenes gracias por darnos la esperanza!

*En ese momento se proponía la instalación en Panamá del CMA (Centro Multilateral Antidrogas) rechazado por la opinión pública.

REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA
Cedeño Cenci, Diógenes: El cuarto viaje de Cristóbal Colón por la ruta de la tormenta/
Panamá: Editorial Universitaria, 1996. 442p. il. Incluye 62 fotos a colores, mapas, dibujos, grabados y una amplia bibliografía.

Palabras en el acto de presentación de la obra: El cuarto viaje de Cristóbal Colón por la ruta de las tormentas, celebrado el 28 de enero de 1997 en el Salón de Profesores de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Panamá.

Nota: Para ampliar la información sobre el tema analizado por el Dr. Cedeño recomiendo las novelas La vigilia del Almirante de Augusto Roa Bastos, El viajero de Gary Jennings y los perros del paraíso de Abel Possé, así como el ensayo El Hurakán de Germán Castro Caycedo.



Presentación del libro por el profesor Ricardo Ríos Torres.

Homenaje al doctor Diógenes Cedeño Cenci un auténtico colombino




El pasado 23 de junio de 2010 falleció el doctor Diógenes Cedeño Cenci (1927-2010) y Cristóbal Colón pierde a uno de sus grandes estudiosos.


Este interés del dr. Cedeño Cenci nació cuando en la Universidad le enseñaban que la literatura panameña comenzaba con la Carta de Jamaica de Cristóbal Colón, pero como él decía: "cuando le tenga que explicar esto a mis alumnos cómo lo voy a ilustrar". Así inició sus investigaciones sobre La Carta de Jamaica de Cristóbal Colón o Lettera Rarísima y comienza a descubrir la nueva historia sobre el último viaje del Almirante.

Aquí no sólo conoció a Colón y sus verdaderas intenciones de encontrar mucho oro para reconstruir el Templo de Salomón, sino que también descubrió otro personaje que admiraría y que él "lo reivindicaría", éste era el Quibián o Señor de la Tierra, el indio bravío quien se enfrentó a Colón y lo hizo llorar.


Después de publicar su libro: El cuarto viaje de Cristóbal Colón por la ruta de las tormentas (1996), se dedica a investigar sobre el Quibián veragüense y ven la luz sus obras: The Panama Canal strait sought-after by Chistopher Columbus in the route of the storms (2001) y El Cuarto Viaje de Cristóbal Colón por los dominios del Quibián veragüense (2003).





Pero por qué se llama así, porque este último viaje del Almirante fue atormentado por cinco tormentas que pensaba que no llegaría a puerto seguro.




Este mapa señala las cinco tormentas que atormentaron al gran Almirante de la Mar Océana.

























Tercera Tormenta por la Costa Caribeña de Veragua(s), “Un Sombrío poema de mar”.
“Digo que víspera de San Simón y Judas, corrí donde el viento me llevaba, sin poder resistirle. Cuando yo hube andado quince leguas forzosamente, me reposó atrás el viento y corriente con furia. Volviendo yo al puerto donde había salido, fallé en el camino al Retrete, a donde me retruje con harto peligro y enojo y bien fatigado yo y los navíos y la gente. Y llegando con cuatro leguas revino la tormenta y me fatigó tanto a tanto, que ya no sabía de mi parte… Nueve días anduve perdido sin esperanza de vida; ojos nunca vieron la mar tan alta, fea y hecha espuma. El viento no era para ir adelante ni daba lugar para correr hacia algún cabo. Allí me detenía en aquella mar fecha sangre, hirviendo como caldera por gran fuego”
El cielo jamás fue visto tan espantoso: Un día con la noche ardió como forno; y así echaba la llama con los rayos, que cada vez miraba yo si me había llevado los másteles y velas; Venían con tanta furia espantables que todos creíamos que me habían de fundir los navíos. En todo ese tiempo jamás cesó agua del cielo y no para decir que llovía salvo que resegundaba otro diluvio. La gente estaba ya tan molida que deseaban la muerte para salir de tantos martirios. Los navíos ya habían perdido dos veces las barcas, anclas, cuerdas y estaban abiertos, sin velas… Y pasado año nuevo, torne a la porfía, que aunque me hiciera buen tiempo para mi viaje, ya tenía los navíos innavegables y la gente muerta y enferma. Día de la Epifanía llegué a Veragua, ya sin aliento”

“Carta de Jamaica o Lettera Raríssima”
de Cristóbal Colón
7 de julio de 1503



Esta fue la descripción de la primera imagen del Istmo de Panamá, quien Meléndez y Pidal lo llamó un sombrío poema de mar.
La furia llevaba las naos de Colón, "Nueve días anduve perdido sin esperanzas de vida".






Como se acotó al principio, uno de los objetivos de Cristóbal Colón era encontrar todo el oro que pudiera para la reconstrucción del Templo de Jerusalén, ya que él se consideraba el escogido para esta misión.










Bibliografía: Cedeño Cenci, Diógenes. El Cuarto viaje de Cristóbal Colón por la ruta de las tormentas. Panamá: EUPAN, 1996.